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Sarah, Kodzo y Micheline viven en el pabellón situado al final del Hospital de Tsévié en Togo, en un módulo específico de úlcera de Buruli con una habitación para hombres, otra para mujeres y una tercera para menores.

Varias camas con mosquiteras azules ocupan estos espacios compartidos y, bajo ellas, bolsas y pequeñas mochilas albergan los enseres de los pacientes que viven aquí: ropa, objetos de aseo y comida. Vidas, que caben en una sola cama.

Es mediados de mes, y los sacos de trigo para Sarah, Kodzo, Micheline y el resto de pacientes, están casi acabados. Desde el inicio de la guerra, el precio del trigo ha subido un 109%. “En el hospital son las familias las que tienen que hacerse cargo del coste de los medicamentos y alimentación, un peso extra que muchas veces no pueden afrontar y algo fundamental para que las heridas por Buruli puedan cicatrizar.”  Dice Piten, el asistente médico responsable del pabellón.

Kokou el farmacéutico

A través de un pasillo emerge Kokou con las llaves de una pequeña farmacia. Dentro, una mesita llena de papeles y fichas nos da pistas del trajín cotidiano de Kokou.

Suministro los medicamentos a los pacientes del centro médico-social de Gamé Sèva que da servicio a más de 13.000 personas. Algo esencial para la comunidad.”

En los estantes semivacíos se acomodan algunas cajas blancas de medicamentos abiertas que se venden por unidades. Aquí nada se desperdicia. Con el incremento del precio de los alimentos, cada vez son más las familias que tienen que elegir entre comer o comprar medicinas.

Solamente el tratamiento contra la malaria es gratuito, y tras pasar por la consulta, los pacientes acceden a la parte trasera del ambulatorio para comprar los medicamentos.

“Si a mí me falta algo, derivo a los pacientes al hospital de la región o a una farmacia más grande“. Ambos lugares están muy lejos de la comunidad y muchos pacientes de zonas remotas a duras penas pueden costearse el viaje a otro lugar que no sea el diminuto dispensario de Kokou. 

Colabora ahora para que personas como Sarah, Kodzo y Michele, puedan tener los alimentos y medicamentos que necesitan

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