Igualdad y equidad: indispensables en el avance social

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La igualdad y la equidad son conceptos complementarios que, a menudo, suelen tenerse por sinónimos. El concepto de igualdad es más conocido que el de equidad, aunque este último es realmente el que traslada el ideal a la realidad.

Ambos términos determinan la justicia social o la falta de ella en una sociedad. En las sociedades más desarrolladas aún queda mucho por hacer para conseguir que estos dos elementos, la justicia y la sociedad, conformen un único criterio. Sin embargo, la realidad es mucho más terrible en aquellos lugares en los que la falta de equidad e igualdad ponen en peligro la supervivencia de sus gentes.

En este artículo analizamos ambos conceptos en el ámbito social, haciendo hincapié en el efecto en el África subsahariana.

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Conceptos de igualdad y equidad: se parecen pero no son lo mismo

Igualdad y equidad son dos palabras que suelen utilizarse de forma indistinta y, aunque es cierto que están relacionadas, su significado es diferente como también lo es el reconocimiento institucional que se concede a cada uno de los términos.

La definición que nos da la Real Academia Española de la Lengua (RAE) del vocablo igualdad es: «Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones». 

La igualdad es un derecho humano reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas que quiere garantizar el trato igualitario a todas las personas ante la ley sin discriminaciones ni privilegios.

La equidad es definida por la RAE como: «Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva», es decir, la guía para aplicarla no es tanto el texto de la ley como lo que se concibe como justo actuando en conciencia.

He aquí la mayor diferencia entre ambos términos. La igualdad es una idea de cómo debería ser el trato personal y social, mientras que la equidad es una realidad que implica el reconocimiento de características y condiciones personales y sociales para que la aplicación de la igualdad sea justa.

Uno de los ejemplos donde se percibe más claramente la diferencia entre la igualdad y la equidad es en el trato a las personas según su género. La igualdad de género estipula que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y en las sociedades más desarrolladas esto es así sobre el papel. El problema es que la igualdad formal no tiene en cuenta las barreras invisibles que suponen los valores y las normas imperantes.

La equidad de género va un paso más allá al considerar los factores que constituyen el pensamiento social para evitar las trabas que evitan la aplicación del espíritu y la intención de la norma.

Exponemos algunos datos relevantes:

  • El informe del Índice de Género e Instituciones Sociales (SIGI), del Centro de  Desarrollo de la OCDE, que evalúa la situación de las mujeres en 180 países del mundo, determina que la legislación vigente en 88 países impide a las mujeres ejercer determinadas profesiones.
  • Los datos de la Oficina Estadística de la Unión Europea (EUROSTAT) establecen en un 15,7% la brecha salarial entre hombres y mujeres en Europa.
  • El Informe Global de Brecha de Género 2020 del Foro Económico Mundial establece en un 55% el porcentaje de las mujeres, entre los 15 y los 64 años, activas en el mercado laboral frente al 78% de los hombres.

La igualdad necesita de la equidad para que la idea normativa se convierta en parte de la ética social pasando de la uniformidad legal a la aceptación de la subjetividad real en función del concepto de justicia social. Las medidas de discriminación positiva son decisiones equitativas para lograr la igualdad.

La falta de igualdad y equidad en el África subsahariana

Los 49 países que conforman la región del África subsahariana representan distintas caras de una realidad donde la pobreza afecta a la inmensa mayoría de la población, la cual no tiene acceso a sistemas de protección social, prestaciones sanitarias y condiciones de trabajo que les permitan una mayor calidad de vida.

Impacto en la lucha contra las enfermedades

La falta de cobertura sanitaria aboca cada año a millones de personas a la pobreza para poder hacer frente a gastos sanitarios que les obligan a dejar de lado otras necesidades básicas y a endeudarse por generaciones.

La constitución de la Organización Mundial de la Salud establece como uno de los derechos fundamentales de todos los seres humanos el alcance del grado máximo de salud posible. La premisa de igualdad de este precepto choca de lleno con la falta de equidad en su aplicación.

Es necesario el cambio de enfoque de los gobiernos que no deben contemplar el uso de recursos monetarios en el desarrollo de los sistemas sanitarios de estos países como un gasto, sino como una inversión en la erradicación de la pobreza y las enfermedades que conlleva y el logro de una cobertura sanitaria universal.

El papel de la mujer en el África subsahariana

La mujer en el África subsahariana se ve doblemente afectada como integrante de un colectivo sumido en la pobreza y por su género. La cultura, las tradiciones sociales y las creencias religiosas imperantes en las culturas subsaharianas marginan a las mujeres a ejercer el papel de cuidadoras de la familia con grandes restricciones a la educación y al desarrollo educativo y profesional.

La mayoría de las mujeres subsaharianas son obligadas a dejar los estudios para contraer matrimonio y tener hijos. Su acceso al mercado laboral se limita a labores agrícolas y trabajos informales cerca de hogar. La falta de formación académica y las limitaciones a su libertad de acción hacen inviable el alcance de una independencia social y económica.  En algunos países se necesita el permiso del marido para firmar un contrato o para abrir una cuenta bancaria. 

Las consecuencias de esta falta de igualdad y equidad son flagrantes:

  • El índice de analfabetismo es altísimo entre las mujeres que son totalmente dependientes de sus maridos.
  • La violencia contra las mujeres está socialmente aceptada y las mujeres no reciben ningún tipo de apoyo social, psicológico o jurídico.
  • Las mujeres son discriminadas en materia de herencia. De hecho, los ordenamientos consuetudinarios prevalecen sobre las leyes.
  • La mortalidad materna de las mujeres africanas es cuatro veces superior a la media mundial.
  • Las mujeres representan más de la mitad de la población pero solo generan el 33% del PIB colectivo.

Todas estas trabas al empoderamiento de las mujeres subsaharianas se traducen en un menor poder de crecimiento y avance de estos países.

Diferencia entre zonas rurales y zonas urbanas

Los indicadores estándar de calidad de vida  siguen estando muy por debajo de la media en el África subsahariana y estas desigualdades son aún más marcadas en los ámbitos rurales donde la falta de infraestructuras, los sistemas de saneamiento o el acceso al agua potable y a la electricidad son inexistentes. 

Existen notables diferencias entre las zonas cerca de la costa o cercanas a las capitales y las zonas del interior y más remotas. La falta de servicios básicos, los conflictos armados y el cambio climático afectan especialmente a los lugares más desfavorecidos.

En definitiva, queda aún mucho camino por recorrer para que los conceptos de igualdad y equidad formen una sola idea justa para todos los habitantes de este planeta. El primer paso es ser consciente de ello e igualar nuestra forma de pensar y nuestras acciones.

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Ainhoa del Amo
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