EL AGUA DA VIDA. AQUI LA QUITA.

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EL AGUA DA VIDA. AQUI LA QUITA.

EL AGUA DA VIDA. AQUI LA QUITA.

El proyecto

El agua da la vida. En algunos lugares de África Subsahariana, la quita. Algo tan sencillo como abrir el grifo o tirar de la cisterna, es de todos menos sencillo. Zonas rurales donde la población consume y recoge agua de fuentes estancadas o mezcladas con agua utilizada para higiene personal. Este agua contaminada transmite Enfermedades Tropicales Desatendidas y retrasa y complica su curación. Fuentes que Enferman es un proyecto real de concienciación sobre la importancia del agua para la salud de las personas contado de su puño y letra.

Las fuentes...

Tres fuentes tipográficas creadas a partir de la escritura de tres mujeres africanas: Chantale, Fatim y Aminata. Tres fuentes con las que ellas podrán contar su realidad y los avances que estamos consiguiendo para garantizar su derecho a la salud. Tres fuentes que tú también podrás descargar y usar en libremente en tu ordenador. 

...que enferman

Cada fuente es totalmente gratuita y funcional salvo que sus estilos, en vez de ser los convencionales de cualquier letra; normal, negrita o cursiva, son tres de las Enfermedades Tropicales Desatendidas a las que se tienen que enfrentar durante su vida. 

Las Enfermedades Tropicales Desatendidas

La estrategia WASH (Water, Sanitation and Hygiene) es una estrategia global impulsada por organismos internacionales, gobiernos, organizaciones y sociedad civil para garantizar el acceso universal, asequible y sostenible al agua, higiene y saneamiento.

 

 A nivel mundial, más de 1.000 millones de personas padecen una Enfermedad Tropical Desatendida o corren el riesgo de sufrirla. De ellas, la mayoría vive en países de ingreso bajo y mediano y, con frecuencia, en viviendas de mala calidad. En muchas ocasiones no disponen de acceso a servicios básicos como agua limpia, saneamiento digno, condiciones adecuadas de higiene y asistencia sanitaria.

LETRINAS COMUNITARIAS ESCUELA DE TSEViÉ (TOGO)
  • Es una infección incapacitante causada por la bacteria Mycobacterum ulcerans.
  • Se desconoce su modo de transmisión pero se relaciona con aguas estancadas e insalubres.
  • Está presente en 33 países de clima tropical con gran concentración en África Occidental y Central.
  • Las mayores pacientes son niñas y niños en África subsahariana.
  • La cura requiere de varias semanas de medicación y cuidado de las heridas. En casos graves se realizan injertos de tejido y cirugía.
  • Su tratamiento con antibióticos es barato y eficaz pero no tratado a tiempo puede causar problemas de morbilidad, estigma y discapacidad.
  • Es una enfermedad infecciosa y desfigurante causada por la bacteria próxima a la bacteria de la sífilis.
  • Su transmisión es por contacto directo entre pequeñas lesiones de la piel con una persona infectada.
  • Un 75-80% a niñas y niños menores de 15 años la padece; afectando a la piel, los huesos y los cartílagos, causando discapacidad si no se trata a tiempo.
  • Se cura con una sola dosis oral de azitromicina, un antibiótico que encontramos en cualquier farmacia y que cuesta menos de 4,50 euros.
  • Podría estar erradicada, pero no hay recursos suficientes.
  • La lepra es una enfermedad infecciosa y crónica producida por la bacteria Mycobacterium leprae.
  • Se transmite por el contacto prolongado con personas que la padecen.
  • Si no se trata a tiempo puede causar lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios, la mucosa del tracto respiratorio y los ojos.
  • Es curable a través de una combinación multimedicamentosa y nada más comenzar el tratamiento, las personas afectadas por lepra dejan de ser transmisoras.
  • El estigma asociado a la lepra en países en vías de desarrollo sigue siendo uno de los principales impedimentos para su detección y tratamiento.

¿Qué estamos consiguiendo?

Gracias a dos años de trabajo continuo en Chiépo, estamos mejorando los conocimientos y hábitos de higiene de la población rural. Además estamos construyendo nuevos pozos y bombas de agua salubre e instalando puntos limpios para el lavado de manos en los colegios.

LETRINAS COMUNITARIAS ESCUELA DE TSEViÉ (TOGO)
LETRINAS COMUNITARIAS ESCUELA DE TSEViÉ (TOGO)
2019
2021

Disponen de una fuente de agua potable.

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Transportan el agua en cuencas cubiertas para prevenir la contaminación

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Acuden al centro de salud para tratarse las heridas con agua no contaminada

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Siguen un tratamiento para la úlcera de Buruli en un hospital con agua no contaminada

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Disponen de una letrina

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¿Cómo instalar la fuente Chantale en tu ordenador?

WINDOWS

Si aún no has descargado la fuente, puedes hacerlo ahora pinchando aquí.

Haga clic con el botón derecho en la fuente y haga clic en Instalar.

Si te pide que permitas al programa realizar cambios en el equipo, haz clic en Sí.

Por seguridad, es recomendable reiniciar el equipo. 

La nueva fuente Chantale aparecerá en la lista de fuentes del programa que quieras. Podrás elegirla como cualquier otra fuente, tanto en su estilo Regular como en los estilos de las tres Enfermedades Tropicales Desatendidas: Buruli, Lepra y Pian.

MAC

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Haga clic con el botón derecho en la fuente y haga clic en Abrir con – Catálogo Tipográfico – Instalar.

Por seguridad, es recomendable reiniciar el equipo.

La nueva fuente Chantale aparecerá en la lista de fuentes del programa que quieras. Podrás elegirla como cualquier otra fuente, tanto en su estilo Regular como en los estilos de las tres Enfermedades Tropicales Desatendidas: Buruli, Lepra y Pian.

Cada gota de agua cuenta

Desde la casa de Chantal hay casi 1 kilómetro hasta el punto de agua potable más cercano. Uno de los siete instalados en la comunidad y que convive con lo que siempre ha sido el lugar de suministro para la población, los pozos de agua de lluvia que luego queda allí, estancada. Con un carretillo y varios recipientes con tapa, Chantal y Awa se dirigen enérgicas a recoger un poco de agua para cocinar. “Ahora no usamos el agua de los pozos para cocinar, ni para beber, solo usamos agua de las bombas de agua”, nos cuenta. Puntos que ellas mismas se encargan de mantener con una higiene escrupulosa. Para entrar, se descalzan y con la llave de la que disponen, le quitan el candado al pedal. Arriba y abajo hasta que sale agua y comienzan a llenar uno a uno los 3 recipientes de agua que han traído en el carretillo y que, juntos, suman 60 litros. “Así acercamos agua potable a vecinas mayores que no pueden venir hasta aquí”. Orgullosa de cómo lucen estos pequeños lugares rodeados de una pared de piedra de metro y medio de alto pintada de azul, coge directamente agua y la bebe. “Esto antes era impensable, antes enfermábamos cada dos por tres. Diarreas, vómitos, era nuestro día a día. El agua ha traído la vida, la salud a nuestra comunidad”.

Estas bombas de agua extraen agua subterránea, potable, y lo que no se aprovecha directamente y cae de los bidones se reutiliza en pequeños canalones que acaban en una pequeña superficie de tierra con piedras que tiene varias capas y hace de purificador. Cada gota cuenta, no se desperdicia ni una.

Del agua de los pozos siguen tirando, nos aclara, para poder limpiar la ropa o asearse. Pero nunca para consumo. Es lo que todas las personas en este pequeño pueblo han aprendido junto con la limpieza de manos antes y después de usar alguna de las letrinas que también han construido.  “Ahora con estas letrinas, prosigue Chantal, huele mejor en nuestras casas, nos sentimos más seguras cuando hacemos nuestras necesidades porque no tenemos que salir lejos y además la tierra no se contamina”. “Las buenas prácticas de higiene que hemos aprendido nos han salvado la vida”, concluye

El tesoro de la caja de las tres llaves

“Cada domingo nos juntamos en un lugar distinto del pueblo, los hombres no lo saben, y lo hacemos para que no nos interrumpan y buscar nuestros momentos de seguridad y confianza”. Chantal Telehit lo tiene claro. Ese espacio es suyo, el de las AYANOU, como se denominan a sí mismas este grupo de unas 60 de mujeres de Chiépo que, desde que comenzó el proyecto liderado por Fundación Anesvad, han fomentado su independencia, no solo relacional, sino también económica. 

Ellas, que han aprendido a cuidarse, a cuidar la higiene de su familia, a cuidar la higiene de su comunidad y que se encargan de que sus calles luzcan limpias, de llevar y gestionar el agua, han sido clave para que la salud de Chiépo haya mejorado. Ahora no transportan el agua en depósitos abiertos para evitar que los mosquitos campen a sus anchas. Ahora todo se hace en dispositivos cerrados. Esto es algo que antes no sabían hacer. Pero además, antes, nadie les había dicho que podían ser independientes. Y vaya si lo han conseguido.

Cada domingo cada una de estas 60 mujeres deposita, en la que han llamado su caja de ahorros, la cantidad de dinero que puede y que ha acumulado durante la semana. Ese dinero es de todas las mujeres y, entre todas, han decidido que cuando una de ellas tenga una necesidad se le prestará el dinero y, cuando pueda, lo devolverá con unos pequeños intereses. “Esta caja está escondida y solo sabemos dónde está las 3 mujeres que tenemos las 3 llaves que la abren. Es un secreto, no te lo puedo decir”, nos cuenta orgullosa. “Cuando termina el año, contamos lo que hay y lo distribuimos entre todas. Así todas ganamos y todas nos apoyamos”. 

 

Moussaba: el canto de las mujeres de Chiépo

“Las niñas y las mujeres son los pilares de la comunidad”. Lo dice el jefe de Chiépo, y la última encuesta del nivel de vida en los hogares de Costa de Marfil, que, aunque data de 2015, es totalmente válida a día de hoy. Ellas se enfrentan a obstáculos importantes para alcanzar un estado de completo bienestar físico, mental y social. La mala salud es a su vez síntoma y causa de la pérdida de su autonomía. Las estructuras sociales, la falta de información y de educación, sumadas a las pobreza estructural en la  que muchas de ellas viven contribuyen a que no sea un colectivo en el que la salud, la buena salud, esté presente. 

Suena la música y ellas bailan. Cantan y bailan en un momento de reconocimiento mutuo. De todos los esfuerzos que todas ellas llevan desarrollando desde hace dos años para mejorar la salud de su comunidad y, por extensión, la suya propia. Después, sesiones de teatro en las que representan buenas y malas prácticas de higiene y de recogida de agua. Ellas han tomado las riendas de sus vidas de manera mucho más proactiva ahora que conocen herramientas que están a su alcance para que su vida mejore. Cerca de 60 mujeres forman parte de la asociación de mujeres que cantan y viven creyendo de verdad el mensaje: MOUSSABA, nosotras, mujeres juntas, podemos.

El colegio en el que en la pizarra, hay algo más que sumas y restas.

El “patio del colegio” es una zona de campo abierto con algún árbol bajo el que resguardarse cuando el sol aprieta más a mediodía. Existen 13 puntos de lavado de mano delante de cada clase. Y 5 bloques de letrinas, cuatro para alumnos y alumnas y 1 para profesores y profesoras. 

No hay vallas, no hay elementos de protección en el colegio y las costumbres asentadas incrementan la sensación de peligro y de inseguridad como nos cuenta la Directora del centro Bodie Solange, “por la escuela pasan motos y bicicletas y siu cualquier alumno o alumna que está en clase, sin ventanas, ve pasar a su madre va a querer salir y enseñarle todo. Podéis ver que pasan motos y que pueden atropellar a los niños en el patio de la escuela. Ya hemos presentado una solicitud y hemos escrito a los diputados del Consejo regional”, concluye.

Antes del proyecto, en este colegio no había letrinas y los mayores usaban las del profesorado. Al volver al campo, a sus casas en las que muchas niñas y muchos niños siguen sin tener aseos, contraen enfermedades que ahora son capaces de detectar gracias al fortalecimiento del centro de salud que está a unos 200 metros del colegio. 

Desde que habéis llegado a Chiépo, prosigue Solange,  con la construcción de letrinas y con los consejos sobre el uso del agua que aplican los niños y las niñas, ha mejorado la salud de toda la población. Ahora no oímos hablar tanto de enfermedades como el pian o la úlcera de Buruli”. 

La misma sensación comparte el equipo docente de este centro, un oasis en medio de la nada, dicen. Eso somos, un lugar que no es perfecto, pero que es más seguro para los niños y las niñas. Un sitio en el que aprender a leer, a escribir, a relacionarse y en el que además, se llevan buenas prácticas a sus casas.

En el cole, manda el club del agua

Son las estrellas del rock en el colegio de Chiépo. Cuando hablan, sus compañeros y compañeras callan, escuchan, atienden y comprenden. Se sienten parte de algo propio, grande, de lo que ellos y ellas mismas están construyendo. Un colegio limpio, salubre, del que sienten un gran orgullo porque se ha convertido en un colegio que no es como los demás. En el cole, manda el club del agua.

Lo primero, dejar las mochilas. Hasta aquí todo conocido y compartido por millones de niños y niñas en todo el mundo. A partir del segundo paso, todo cambia: pasan la escoba por las zonas comunes, limpian todo el centro y se reparten las tareas a cumplir por la tarde cuando pase la jornada escolar.  Como nos cuenta Bamba Manyan, madrina del club y profesora del centro, hay mucho de voluntarismo en esto de formar parte del club del agua, y  “mucho de ser ejemplo para compañeros y compañeras. No es obligatorio, son 8 niñas y 8 niños de distintos cursos los que se suman a este compromiso durante 1 año”. Les tocará repartirse tareas, animar a sus iguales y vigilar las condiciones de limpieza de las instalaciones comunes

Los y las delegados/as del club del agua limpian las letrinas y tanto el director como la directora nos insisten en cómo todo lo aprendido en el colegio, lo llevan a casa con lo que el beneficio de las sesiones de sensibilización y aprendizaje se multiplican.

A la tarde, antes de volver a casa Emmanuel, Fanny, Jocelyne y el resto del club vacían las basuras y depositan los residuos a la entrada del colegio. Allí, el profesorado lo quema para evitar propagación de enfermedades y mantener el colegio en un entorno salubre. No hay incineradora, no hay recursos, así que se hace con fogatas controladas. 

Además, cada miércoles y viernes sesión de limpieza en los baños instalados en el centro con el proyecto de Fundación Anesvad y Raoul Follerau. 

Un capítulo más que separa la vida escolar de estos niños y niñas de la de millones de estudiantes en otros lugares del planeta.


Fatim, la mujer que reina en Chiépo

Es la estrella de la clase. Se sube a la tarima del aula y parece un escenario. Fatim canta y la clase repite sin dudar: “niño, lavate todos los días, la dignidad pasa por estar sano y limpio”. Y lo repiten todos y todas, cantando a pleno pulmón. Fatim termina exhausta porque antes de este concierto, ha habido varias sesiones con diferentes grupos de niños y niñas de este centro escolar de Chiépo que conocen como oasis, por todo lo que le rodea. 

“Amo lo que hago, soy una mujer apasionada. Porque creo en la educación como elemento de cambio. Creo que si pasamos tiempo con los niños y las niñas, si les enseñamos buenas prácticas con técnicas y palabras que estén adecuadas a su edad, el cambio es posible”. A Fatim se le ve cómoda en este papel, es su entorno natural y habla sin grandilocuencias, con palabras sencillas, para que quienes le escuchan se sientan identificados.  

También hay espacio para momentos conmovedores como los que experimenta cada vez que detecta que algún niño o niña puede estar enfermo/a. “Son momentos complicados, nos cuenta, porque las familias no tienen recursos, así que cuando veo que puede ser una enfermedad de la piel que tiene cobertura gracias a Fundación Anesvad entre otras, no lo dudo y me acerco a sus casas. Hay conversaciones difíciles con padres y madres que saben que sus hijos no están bien pero reconocen no tener dinero”. Es entonces cuando Fatim siente que su trabajo sirve de verdad. Cuando es capaz de trasladar a las familias que los tratamientos son gratuitos, que hay asistencia médica y que, por tanto, esos niños o niñas pueden sanar.

Hay una cosa más que hace que a esta joven mujer natural de Chiépo se le active la conversación, la desigualdad de género, anclada en esos contextos de manera culturalmente distinta. “En algunos lugares de África tenemos costumbres. La mujer no tiene derecho a ciertas cosas. La mujer no tiene derecho a hablar. Cuando el hombre habla, la mujer se somete. Está obligada a someterse cuando el hombre habla, se doblega por el respeto que tiene a su hombre”. Pero con formación, asegura, todo cambia”. Hay mujeres a las que Fatim dio formación en el marco del proyecto que consiguieron generar un cambio en sus maridos, dieron buenos resultados y ahora “ ellos, nos dice, hacen las mismas cosas que ellas”. Eso es una satisfacción para mí.

Fatim estudió en la escuelita de Chiépo, después se fue a la capital del distrito, a 1 hora en coche, Divo y de allí a la Universidad. Cuando volvía de vacaciones le decía a su madre “¿y si voy a echar una mano a los enfermeros?” . “Amaba esto, me gustaba, cada vez que me acercaba a los niños, decían en malinke, el idioma local: Ya viene, ya viene, pero no es para vacunarnos, es para curarnos».

 Eso se me quedó grabado. Por eso sigo aquí. Desde lo pequeño se pueden conseguir grandes cosas.

 

Del querer al -también- poder

«Antes teníamos buenas técnicas, pero nos faltaban los recursos necesarios», explica Aminata, matrona y enfermera del centro de salud de Chiépo. «No teníamos una camilla para los partos, se atendían en el suelo». Aminata, nos revela el impacto transformador que ha tenido la introducción del agua potable en el centro.

La llegada del proyecto apoyado por Fundación Anesvad cambió el panorama por completo. Con la instalación de una torre de agua y el suministro constante de agua potable, el centro de salud experimentó una transformación asombrosa. «Ahora las mujeres vienen a dar a luz porque les da seguridad. Es un alivio para todas las personas que atendemos», expresa Aminata.

Gracias a Fundación Anesvad, el centro de salud de Chiépo ha evolucionado de un lugar con recursos limitados a un entorno donde la calidad de la atención obstétrica es prioritaria. «Hemos experimentado una transformación milagrosa en la atención en los partos», concluye Aminata con una sonrisa.

El agua que da luz

«Al llegar, me encontré con un paisaje desolador», recuerda Arsènne, enfermero jefe en el centro de salud de Chiépo. «Las instalaciones estaban en ruinas”, como testigos mudos de un pasado olvidado. «Afrontamos la oscuridad, con nuestras manos atadas por la falta de recursos», reflexiona Arsènne. Pero en esa oscuridad, se vislumbró un destello de esperanza, la promesa de un mañana más brillante.

Con la intervención del proyecto apoyado por Fundación Anesvad, Arsènne presenció una transformación tangible. «La electricidad fluyó como un río de vida”, evoca Arsènne. El agua, como fuente de vida, y la electricidad reavivaron la esperanza de toda una comunidad.

Gracias a estas transformaciones, las enfermedades olvidadas retrocedieron, como sombras que se disipan ante la luz del día. Ya no tenían donde esconderse en una comunidad con acceso a una higiene y salubridad mejoradas.

 «El acceso al agua potable y al saneamiento mejoró significativamente», agrega Arsènne. «Esto incentivó a las mujeres a regresar al centro de salud para dar a luz en un entorno seguro y con condiciones higiénicas adecuadas, reduciendo así los riesgos para ellas y sus bebés».

Con cada mejora, surgió un nuevo horizonte de oportunidades. «La comunidad se convirtió en un jardín de solidaridad”, declara Arsènne con orgullo, consciente de que estos pasos les encaminan hacia el Derecho a la Salud.

La vida mana a borbotones, como una fuente de vida

En un día particularmente activo, Aminata ha atendido a 11 mujeres embarazadas, brindando cuidado y apoyo durante el parto. Su dedicación incansable y su valentía son un testimonio del valor de las mujeres en los centros de salud comunitarios.

«A menudo, traen a mujeres que ya están de parto», explica Aminata con orgullo. «Hemos notado una gran mejora con la sensibilización; está funcionando muy bien».

Con la ayuda del acceso al agua potable y el saneamiento adecuado, proporcionados por el proyecto que apoya Fundación Anesvad, Aminata y su equipo pueden ofrecer un cuidado de calidad que salva vidas… Ahora cuentan con acceso al agua potable en la sala de partos, lo que ha aumentado significativamente la seguridad y la confianza de las mujeres embarazadas para acudir al centro a dar a luz.

Su compromiso con la salud materna es un faro de esperanza en la lucha por un parto seguro y sin complicaciones, por el Derecho a la Salud.