Única en el mundo, esta pequeña ciudad en la que todo flota debe su particularidad a una superstición: los antiguos adversarios de sus habitantes no se atrevían a meterse en el agua.
Mágico lugar es Ganvié, pequeña ciudad beninesa de condición flotante e historia única en el mundo. El pueblo, ubicado dentro del lago Nokoué, fue establecido en los siglos XVI y XVII por el pueblo tofinu, que astutamente descubrió que sus enemigos de la etnia Fon no podían, por sus creencias religiosas, meterse en el agua. Como la laguna era un territorio seguro para ellos, los Tofinu lograron vivir tranquilos, libres de la amenaza del reino de Dahomey, ávido de capturas para venderlos como esclavos a los portugueses.
Arquitectura única en el agua
Siglos más tarde, los descendientes de aquellos pioneros —cerca de 40.000 personas— siguen habitando en el mismo enclave, donde las viviendas, flotantes, son modestas casas de madera y caña erigidas sobre estacas de madera, y el único edificio que está en tierra firme es un colegio. Si se quiere llegar o salir de Ganvié no hay otra opción que hacerlo por vía acuática. Ese encanto tan particular le ha otorgado el oportuno apodo de “la Venecia africana”.
Cultura y vida diaria de sus habitantes
Todo en Ganvié —palabra que significa “libertad en el agua” en el idioma local— sucede a bordo de una canoa. Si hay que comprar alguna vianda se acude al mercado flotante. Lo mismo para satisfacer las necesidades espirituales: las iglesias también son flotantes. Y si alguien tiene una necesidad médica, acude a hospitales sobre el agua.
Así, no sorprenderá a nadie que la actividad fundamental de los habitantes del lugar sea la pesca: el lago Nokoué —donde se instalan pequeñas redes para la captura y cría de peces— provee de la fuente principal de alimentación. E incluso de comercio, pues buena parte de este pescado termina en los mercados de Cotonou, la ciudad más importante del país.
El impacto del turismo en la comunidad local
Lo exótico de Ganvié y la proximidad de Cotonou —está a tres o cuatro horas de distancia— sirve de atractivo para el turismo, que también llega desde Abomey para pasar el día o pernoctar en alguno de las casas flotantes habilitadas como hotel. Ganvié, parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1996, fascina a todo el que pasa por allí. No es para menos.