La guerra en Ucrania ha disparado el precio de la gasolina en países como Togo. Esto supone un sobrecoste para nuestra estrategia de detección de enfermedades olvidadas como las ETD.
Kodjo hace cola junto a sus compañeros de la escuela para entrar al aula. Está nervioso y mira con curiosidad, sin saber muy bien a qué atenerse. Hoy, en vez de profesores, habrá un médico y una enfermera dentro.
Entre los gritos y juegos del resto de niñas y niños, Kodjo permanece en la fila, en silencio, esperando a ser atendido. Tiene 11 años y le han salido unas sospechosas marcas en los brazos y en la espalda.
“El test ha dado positivo en Pian”
Affoh Essoazina, Responsable de la campaña de detección.
Tras confirmar enfermedades olvidadas como el pian, la úlcera de Buruli o la lepra, Affoh comprueba una y otra vez la tira reactiva. Un test rápido, una gota de sangre y 5 minutos bastan para el diagnóstico del pequeño. Tras el positivo, Kodjo recibe una dosis de azitromicina. Ha tenido suerte. Si no se trata a tiempo, la bacteria puede llegar a corroer huesos y articulaciones y causar discapacidad.
La importancia del precio de la gasolina para detectar enfermedades olvidadas
Al igual que el pequeño Kodjo, más de 400 niñas y niños y otros 50 adultos de Davié han pasado revisión. Se han detectado 3 posibles casos de pian. Detectarlos y monitorizarlos es solo el primer paso. Tocará volver.
La consulta improvisada en la Escuela Elemental de Davié es la primera que Affoh y su equipo –formado por un dermatólogo y una enfermera– desplegarán hoy. Llegar hasta aquí no ha sido fácil. La carretera N-1 nace en el puerto de Lomé, la capital de Togo, y atraviesa todo el país en dirección norte hasta Burkina Faso. Es una carretera asfaltada de dos carriles que acomodan a la vez a coches, motos y camiones peligrosamente sobrecargados. Recorrer los apenas 50 km que separan la capital del colegio de Davié ha supuesto casi dos horas de trayecto. La vuelta serán otros 50 km. Y mañana otros tantos. Así 5 días a la semana.
Por desgracia, transitar Togo ofreciendo formación y tratamiento gratuito a personas olvidadas de los lugares más olvidados es cada vez más costoso. Un litro de gasolina ya está en los 600 CFA (0,92€), casi un 20% más cara que hace un mes. Desde que comenzó la guerra en Ucrania, aquí también se ha notado el incesante incremento del precio del carburante. La diferencia es que, para sanitarios como Affoh, no poder pagar la gasolina supone no poder recorrer colegios como éste para poder detectar enfermedades.
Y es que el pian no sabe nada de la escasez de crudo. La úlcera de Buruli nunca ha oído hablar del precio del barril de Brent. Affoh y su equipo tendrán que arreglárselas para conseguir llenar el depósito de sus motos. El camino es largo y la N-1 nunca duerme. Las enfermedades olvidadas tampoco.
Que el precio de la guerra no sea su salud.
