El acceso y la distribución de las vacunas contra la COVID-19 en África es preocupante. Se estima que la mayoría de los países del continente no conseguirá la inmunidad de grupo hasta, al menos, el 2023. Hemos hablado sobre ello con Berta Mendiguren, doctora en Antropología de la Medicina, Miembro del Grupo de estudios africanos (GEA) de la UAM y Patrona de Anesvad.
¿Cómo se está viviendo la desigualdad de acceso a las vacunas y el retraso para su distribución en África?
Más de 50 países del mundo, entre ellos muchos de África subsahariana, se han adherido a la iniciativa COVAX de la OMS. Con diferencia, el país más afectado por la COVID-19 en África es Sudáfrica, que es el país que tiene un modelo sanitario y un contexto epidemiológico más similar al nuestro. Los más afectados son aquellos de latitudes más templadas, de economías más abiertas y más conectadas al mundo global.
¿El fondo COVAX es suficiente para garantizar la vacunación de la mayoría de africanos?
En cuanto a las vacunas, se están dando más prisa donde más medios tienen y donde más casos se están dando, como en Sudáfrica. Hay otros países que ven menos la urgencia sanitaria, aunque a nivel global sea necesario. Allí los Ministerios de Sanidad, ante las urgencias de salud pública que tienen más allá del coronavirus, no han puesto tanto “la carne en el asador”. Un país en guerra con el peor sistema sanitario del mundo como República Centroafricana, sufre una epidemia del cólera y un resurgir de la meningitis. Tienen problemas más acuciantes. De momento este país solo ha registrado 63 muertes; pero también es uno de los países menos conectados a nivel global.
En cuanto a nuestros países de intervención (Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benín), han tenido la sabiduría de cerrar fronteras rapidísimo. Antes de que incluso hubiese casos confirmados en su territorio. Lo que más les inquieta es que las medidas de confinamiento para frenar el coronavirus hagan que el resto de preocupaciones sanitarias, tanto del sistema público de salud como de la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, estén frenados, sobre todo fuera de la capital, porque no hay movilidad. Hablando de las ETD, con el cierre de fronteras y las restricciones que se tomaron pronto en nuestros países, se pararon muchas intervenciones (programas nacionales etc.). Pero también se han aprovechado aprendizajes como las estrategias WASH y la sensibilización.
¿Por qué es importante entonces asegurar que estos países obtengan dosis suficientes para conseguir la inmunidad de grupo?
Lo que subyace de todo esto es que la vacuna tendría que ser un bien público global. Qien quiera acceder a ella y no tenga los medios, como la mayoría de países africanos, debería poder hacerlo.
Además, la liberalización de las patentes contribuiría a algo interesante como sería el llegar a la autosuficiencia para que los propios laboratorios de los países puedan producir las suyas, replicando las que ya son exitosas.
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