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Dakouri Alfonsse y Yao Kouamé Kevin: dos historias entre miles

A pesar de llevarse muchos años y de tener vidas distintas, las historias de Alfonsse y de Kevin con sus ETD tienen algo que suena similiar: la importancia del acceso al diagnóstico, al tratamiento médico y al farmacológico.

  • Costa de marfil
  • 31 de mayo 2023
Dakouri Alfonsse y Yao Kouamé Kevin: dos historias entre miles

A menudo la marca que dejan las ETD (Enfermedades Tropicales Desatendidas) es evidente sobre la piel de quienes las han padecido. Cuando te encuentras en un pueblo donde estas enfermedades son endémicas como Chièpo, en Costa de Marfil, no es extraño cruzarse en el camino con personas que las hayan pasado en algún momento de sus vidas. Puede que ese momento esté ocurriendo ahora mismo y que el acceso a un diagnóstico y a un tratamiento temprano suponga una diferencia determinante en la calidad de vida que tendrás a partir de ahora para quienes sufren una ETD.

La picadura de una serpiente fue la que provocó, paradójicamente, que Kouamé Dakouri Alfonsse, de 43 años, accediera a un tratamiento para tratar la lepra que no sabía que padecía. Llevaba más de un año sintiendo molestias y falta de sensibilidad en las manos cuando, un día que fue al campo, una serpiente le mordió en la pierna. Alfonsse cuenta que, si le hubiera picado en una mano, ni se habría enterado y seguramente hubiera muerto. De modo que, cuando acudió a la responsable de salud del distrito en busca de un antídoto para su picadura, ella se fijó además en sus manos y le contó que padecía una enfermedad que se llamaba lepra. Le animó a ir al centro de salud para poder ponerle en tratamiento, donde le recetaron la toma de varios medicamentos durante 6 meses y una crema que consiguieron mejorar su estado. Desafortunadamente todavía le quedan secuelas. Las manos se le han quedado con forma de garra, lo que limita su capacidad de utilizar las herramientas necesarias para trabajar en el campo. 

Además de las secuelas físicas, las ETD de manifestación cutánea pueden llegar a causar un gran impacto en la vida social de quienes las padecen. Es el caso de Yao Kouamé Kevin, que con sólo 25 años es la segunda vez que tiene que hacer frente a la úlcera de Buruli. En esta ocasión, la úlcera le ha atacado uno de los ojos y rehúye la mirada de la gente. La primera vez que enfermó, su familia pudo hacer frente al coste de los medicamentos y pudo continuar con sus estudios en el colegio hasta graduarse. Sin embargo, en esta ocasión la situación familiar es más complicada y Kevin no contempla la posibilidad de recibir el tratamiento en el corto plazo. Desde que recibió este segundo diagnóstico su vida ha dado un cambio radical: ha dejado de salir con sus amigos y su día a día se ha visto reducido a despertarse, ir a trabajar al campo y estar con sus dos hermanos pequeños. 

A pesar de llevarse muchos años y de tener vidas distintas, las historias de Alfonsse y de Kevin con sus ETD tienen algo que suena similiar: la importancia del acceso al diagnóstico, al tratamiento médico y al farmacológico. Por todo ello, uno de los principales objetivos que persigue Fundación Anesvad en el proyecto que lleva a cabo en Chièpo se centra en la detección precoz de estas enfermedades. Para que nazcas donde nazcas, el acceso a la salud esté garantizado.