Repasamos 10 guerras y conflictos de distinta índole en África donde se ha vulnerado el Derecho a la Salud desde el siglo XX hasta la actualidad.
*Este contenido lo ofrecemos en colaboración con África Mundi.
En la guerra no hay reglas. En una situación de conflicto las normas internacionales y los derechos humanos se vulneran constantemente, entre ellos el derecho a la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó a finales de marzo un total de 70 ataques a hospitales en la guerra en Ucrania.
Sin embargo, las ofensivas directas contra centros sanitarios no son la única manera en la que el derecho a la salud se ve afectado. A ello se suma el aumento de transmisión de enfermedades, epidemias, así como el bloqueo a ayuda humanitaria y otros efectos. Los diversos conflictos y guerras que acontecen en África son una muestra de los devastadores efectos para la salud.
1. Etiopía: El bloqueo humanitario en Tigray
El 24 de marzo el gobierno de Etiopía levantó el bloqueo a la ayuda humanitaria impuesta en la región de Tigray. La OMS no ha podido entrar allí desde verano de 2021 y ningún tipo de ayuda alimentaria desde diciembre. “En ningún lugar están más en riesgo que en Tigray”, dijo una semana antes del fin del bloqueo el director de la OMS, el etíope Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. Los números son llamativos.
En total, 5 millones de personas necesitan asistencia alimentaria urgente, entre ellos 500.000 niños. La escasez y subida de precios ha aumentado la malnutrición al 13% de niños menores de cinco años y a un 60% de las mujeres embarazadas. Antes de la guerra, en noviembre de 2020, un 15% de la población estaba en inseguridad alimentaria, ahora un 80%. La situación sanitaria no es mejor. El abastecimiento de medicamentos ha pasado del 80% al 11% y la guerra ha dejado sin tratamiento a pacientes con cáncer, tuberculosis, diabetes y a los 46.000 reportados con VIH en Tigray.
2. República Democrática del Congo: Ataques a trabajadores en la epidemia del ébola
En 2018, la República Democrática del Congo anunció su décimo brote de ébola, el primero en una zona de conflicto, y el más letal: mató a 2.287 personas, un 65% de las infectadas, en un periodo de menos de dos años. La presencia de grupos armados en la región del Norte Kivu y la consecuente militarización de la respuesta sanitaria por parte del gobierno incrementaron la inseguridad y la resistencia social.
En total hubo 450 eventos armados dirigidos a trabajadores sanitarios y 25 de ellos murieron. Uno de ellos fue el médico de la OMS camerunés Dr. Richard Mouzoko, asesinado en la clínica universitaria de Butembo.
3. Somalia: un conflicto continuado de tres décadas
La lucha de clanes desde el fin de la época comunista en 1991 y la aparición del grupo yihadista Al-Shabaab en 2006 han hecho de Somalia un Estado fallido. La falta de datos impide una imagen clara del efecto en la salud, pero el sistema sanitario no ha podido desarrollarse. Entre otros efectos se encuentran la baja tasa de vacunación, menos de un 20%, de enfermedades como la polio, el sarampión y la difteria, así como un tratamiento a menos del 50% de los casos de diarrea y neumonía.
Esto le convierte en el país con peor valoración de su sistema de salud de África, según el ranking de la Fundación Mo Ibrahim. Entre otros efectos, está la salud de las mujeres: el 98% de las somalís todavía sufren Mutilación Genital Femenina, la tasa más alta del continente.
4. Sudán: Darfur
El genocidio de Darfur de 2003 causó la muerte de 300.000 personas y ha tenido graves efectos conforme el conflicto se ha mantenido a lo largo de los años. A día de hoy, 3.4 millones de personas en la región están sin cobertura sanitaria básica mientras que un tercio de las instalaciones sanitarias son provisionales y sufren la mayor presión poblacional del país, con casi 2.000 visitas al mes en la provincia de Darfur Central. Además, en la región oeste de Darfur solo hay 0,4 médicos por cada 1.000 habitantes, una tasa hasta 6 veces menor que la recomendada por la OMS.
Todo esto afecta a los servicios básicos, provistos en su gran mayoría por ONG internacionales, así como la transmisión de enfermedades. En octubre de 2020 se declaró la emergencia sanitaria en la provincia del Norte de Darfur tras un brote del virus chikungunya en una zona que ya sufre la malaria.
5. Sudáfrica: las consecuencias del apartheid
El apartheid fue el sistema de segregación racial estatal vigente de manera más pronunciada desde 1948 hasta 1990. Este conflicto racial de baja intensidad afectó el derecho a la salud de la gran mayoría de población negra y tiene efectos en la sanidad pública en la actualidad. Sudáfrica es uno de los países más desiguales en ingresos del mundo más de treinta años después del final formal del apartheid, lo que provoca que menos del 50% de los ingresos para la salud vengan de la contribución fiscal.
Uno de los datos más relevantes es la falta de doctores: el 70% trabaja en el sector privado, que solo se lo podían permitir el 10% de los negros sudafricanos en 2017, por un 71% de la minoría blanca. Estos efectos son más pronunciados en las áreas rurales, antiguos Bantustan donde la población no-blanca fue empujada a vivir que, a pesar de tener a prácticamente la mitad de la población, solo cuentan con un 12% de doctores y 19% de enfermeros.
Más allá del acceso, los efectos se ven reflejados en varios indicadores, pero quizá uno de los más sangrantes es en el ratio de mortalidad materna: la tasa para las mujeres negras es de 614 muertes por cada 100.000 por 64 para las mujeres blancas, hasta diez veces más.
6. Malí: un norte azotado por rebeldes y yihadistas
El norte de Mali vive en permanente conflicto desde 2012 entre separatistas tuaregs armados, grupos yihadistas y el Ejército maliense. Fruto de la ineficaz respuesta el país ha vivido tres golpes de Estado desde entonces, en 2012, 2020 y 2021. La situación se ha agravado en los últimos dos años y los desplazados internos se han cuadruplicado hasta los 401.000, con 6,2 millones de malienses en necesidad de ayuda humanitaria. La inestabilidad política, inseguridad y violencia afectan a la hora del acceso a servicios sanitarios en el centro y norte del país, que controlan grupos armados rebeldes.
El tipo de violencia ocurre a diferentes niveles, pero al contrario de R.D. Congo con el ébola, los ataques dirigidos a la salud no son la prioridad. A pesar del aumento en la violencia, los ataques dirigidos a centros sanitarios se redujeron en 2020, pasando de 28 a 11 con respecto al año anterior. Aun así, la inseguridad ha impedido el servicio de la sanidad, con una reducción del 22% el último año y de hasta un tercio en consultas primarias.
En total, 21 hospitales no están operativos y 82 no funcionan a pleno rendimiento por la violencia. Esto afecta a la atención, con personas que tienen un hospital en el norte a 300 kilómetros de distancia. Todo ello hace a la región vulnerable a enfermedades como la malaria, meningitis o el dengue, así como a complicaciones respiratorias. Con todo, las mayores necesidades son en servicios neonatales, de atención primaria y cuidado a mujeres víctimas de violencia sexual.
7. Nigeria: Boko Haram ataca a la salud
El 16 de marzo de 2022 el gobierno de la región de Borno en el norte de Nigeria anunció que el grupo yihadista Boko Haram había secuestrado al Dr. Bulama Geidam, el único médico en el municipio de Gidio. Una semana antes habían hecho lo propio con Mallam Alkali Mohammed, trabajador sanitario de una ONG internacional.
Desde que empezaron su actividad en 2009 hasta 2017, último año para el que hay cifras totales, Boko Haram había quemado 788 hospitales y asesinado a 48 médicos, hiriendo a 250 más. La región de Borno entonces ya había perdido un 40% de sus servicios sanitarios y un 35% de sus doctores.
El ataque deliberado ha aumentado drásticamente la malnutrición en una zona árida azotada por el cambio climático. En las regiones del norte hubo 1,15 millones de niños menores de cinco años con malnutrición aguda. Los desplazamientos y falta de higiene, como agua limpia, han aumentado también casos de enfermedades infecciosas.
En 2015, un brote de cólera se extendió rápidamente y dos años más tarde. Un año después regresó la polio salvaje, declarada erradicada en 2014, y en 2017 se detectó fiebre Lassa más de 48 años después en Borno y meningitis en cinco Estados regionales. A todas ellas se suma la presencia continua de malaria y sarampión.
8. Camerún: conflicto anglófono de Ambazonia
La declaración separatista de las dos regiones de habla inglesa de Camerún en 2017 y la escalada violenta del conflicto han afectado a la salud en un lugar donde reside el 20% de la población del país. Tan solo un año después de la autodeclarada independencia el 34% de los hospitales habían cerrado en las zonas en conflicto.
Los disparos han hecho huir a la población y al personal sanitario, entre ellos 10 de los 20 que trabajaban en el hospital de la ciudad de Buea. Allí, el director del hospital regional, George Enow Orock, afirmaba que, aunque aumentan los heridos por bala, los pacientes rutinarios descienden drásticamente, incidiendo en las mujeres embarazadas y la vacunación de niños.
En la región ha habido también ataques por ambas partes: por un lado, el asesinato en julio de 2020 de un médico culpado de espía gubernamental y por otro, la detención de otros siete sanitarios acusado de ser separatistas.
9. República Centroafricana: una guerra civil con trasfondo religioso
La segunda guerra civil en República Centroafricana entre ex-Séléka, de la minoría musulmana, y Anti-balaka, de la mayoría musulmana en el país, ha devastado el país. En 2021, los ataques se recrudecieron y han afectado a los servicios básicos, con ataques dirigidos a sanitarios. Médicos Sin Fronteras tuvo que dejar de operar en el país tras ataques con cohetes y saqueos a los centros sanitarios y amenazas a su personal.
Todo ello causa que el país tenga mala atención, afectando a los niños especialmente: Unicef reporta que uno de cada cinco niños muere antes de los cinco años, en parte debido a que menos de un 30% de ellos no está vacunado contra enfermedades prevenibles.
10. Burkina Faso: el epicentro yihadista del Sahel
Burkina Faso ha pasado de no tener ningún ataque hasta 2015 a convertirse en el país con mayor número de atentados yihadistas. La inseguridad se ha recrudecido en los últimos tres años, con un aumento del 2.000% de los desplazados internos, que ya son 1,7 millones de personas.
Los ataques a centros sanitarios han aumentado de 17 en 2020 a 41 en 2021 y el ministro de Sanidad anunció a finales de 2021 que 444 hospitales, un tercio de todos los del país, habían visto sus servicios afectados por la violencia, predominante en el norte y este, donde organizaciones como Médicos Sin Fronteras han sido atacadas. Todo ello ha aumentado la dificultad del acceso a la sanidad en estas regiones, produciendo escasez de cirujanos, anestesistas y parteras.