El absentismo escolar en África Subsahariana

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En 2050, la mitad de los jóvenes del mundo serán africanas y africanos. Hoy, esos jóvenes afrontan múltiples circunstancias que les impiden gozar de una escolarización digna.

La educación en África Subsahariana crece entre desafíos y soluciones. Desafíos, porque ahí está la mayor población sin escolarizar del mundo: uno de cada cinco niños en edad de primaria y más de la mitad de los adolescentes en edad de secundaria. Soluciones, porque pese al crecimiento lento y desigual de Internet en todo el territorio, la digitalización trabaja para ayudar a una transformación estructural que, aún tímidamente, avanza.

Pero mientras se va paliando la necesidad urgente de inversión pública que pueda beneficiar a las instituciones educativas de África, no queda más remedio que señalar la urgencia del problema del absentismo escolar.

Factores que contribuyen al absentismo escolar

El primer factor que separa a la infancia de la escuela es la pobreza. No hay mayor impedimento que la necesidad imperiosa de ayudar a mantener a sus familias; asistir regularmente a la escuela es sencillamente inviable para los menores —sobre todo para las niñas, a menudo alejadas de la educación por barreras culturales— a quienes las circunstancias obligan a trabajar para sobrevivir. A esto se une la distancia física que muchas veces —sobre todo en las áreas rurales y remotas—, separa a los estudiantes de las escuelas. Distancia que a menudo no puede recorrerse con un transporte adecuado. Aún cuando estos factores son salvados, ¿existen infraestructuras básicas, aulas adecuadas, personal docente cualificado, instalaciones sanitarias en buen estado, suministro de agua potable? En muchísimas escuelas no.

El problema es aún mayor cuando se producen conflictos armados y crisis humanitarias, circunstancias que, en una tesitura de vida o muerte, vuelven la escolarización algo secundario. O cuando —como ocurrió hace unos años con el Covid-19— una alarma sanitaria agrava aún más las deficiencias del sistema, provocando abandonos y cierres de escuelas, y rompiendo la continuidad en la educación de millones de niños.

El impacto del absentismo en el futuro de los jóvenes

Si aceptamos que todo futuro para una generación pasa por la educación, no hay más remedio que observar con señal de alarma los peligros de las aulas vacías en las distintas comunidades africanas.

Entre estos estarían la falta de oportunidades futuras para ocupar puestos de trabajo, la consiguiente imposibilidad de optar a ingresos dignos y las limitaciones en el desarrollo personal y profesional de los individuos. La falta de una educación adecuada también puede impedir a los jóvenes enfrentar su futuro con capacidad crítica y formada para enfrentar desafíos sociales y contribuir al desarrollo de sus comunidades.

Soluciones y estrategias para mejorar el acceso a la educación

Según el informe Education in Africa: placing equity at the heart of policy, elaborado conjuntamente por la UNESCO y la Unión Africana, deben tomarse medidas panafricanas capaces de asumir la equidad —“elemento central de la planificación política y las decisiones de inversión en todos los niveles educativos”— mientras los gobiernos “inviertan en componentes sistémicos a fin de dotar de resiliencia a las bases de sus sistemas educativos, y en la capacidad y la motivación de las principales partes interesadas (especialmente los docentes), de modo que estén dispuestas a adaptarse a desafíos”.

Siendo más claros y prácticos, deberíamos considerar la urgencia de implementar políticas y programas que promuevan la igualdad de género en la educación —incluida la eliminación de barreras culturales y sociales que pesan sobre las niñas—, implementar estrategias para mejorar el acceso a la educación en áreas rurales y remotas (por ejemplo la construcción de escuelas móviles, el uso de tecnologías de educación a distancia y la provisión de transporte escolar), invertir en la formación y capacitación de maestros para mejorar la calidad de la educación impartida en las escuelas y, para velar por todo ello, involucrar la participación de las comunidades locales. Tanto incumbe el compromiso de los gobiernos nacionales como de la comunidad internacional: en 2050, cerca de la mitad de los jóvenes del mundo serán estos jóvenes africanos.

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