África se prepara para hacer frente a la COVID-19

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La COVID-19 ha llegado a África y el continente africano se enfrenta a una inminente escalada de casos por coronavirus. Al menos 47 de los 55 países han reportado casos. La fragilidad de los sistemas públicos de salud, la falta de infraestructuras y la economía de subsistencia complican medidas de aislamiento para evitar la propagación del virus.

Situación de la COVID-19 en África

Varios países de África están tomando medidas preventivas para que el nuevo coronavirus no descalabre su ya maltrecho sistema de salud. En Anesvad estamos en contacto continuo con profesionales de la salud de Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín. Son países donde intervenimos en la lucha contra las ETD, para ver cómo afecta el COVID-19 a su actividad.

En Costa de Marfil se decretó el estado de emergencia la semana pasada. Como consecuencia, se cerraron fronteras y se anunció un plan de choque de 150 millones de euros para afrontar la crisis sanitaria. En Ghana se ha tomado medidas similares, prohibiendo eventos de más de 25 personas, cerrando colegios y universidades y cerrando fronteras hasta nuevo aviso.

África y las medidas asimétricas de los estados

La realidad socioeconómica de los países africanos es diversa y la anticipación a la pandemia se gestiona de forma muy diferente. Muchos estados se sustentan en una economía informal, vital para la subsistencia de millones de personas para las cuales el confinamiento no es una opción. Han de transitar por mercados, realizar ventas ambulantes y moverse en  transportes colectivos donde la interacción humana es constante. Además, pedir la cuarentena en casa a las personas que den positivo por COVID-19 en África no es práctico en muchas zonas. Las familias se hacinan en una sola habitación, comparten un grifo o una letrina comunitaria y sobreviven con los ingresos diarios generados por la agricultura. No hay que olvidar que solo un 15% tiene acceso a un grifo y jabón para lavarse las manos en África subsahariana.

Estas realidades se ven agravadas por sistemas de salud que han de atender una pandemia global y un virus desconocido a la par que lidian con la sobrecarga generada por otras enfermedades como el sarampión, la malaria, el VIH o las ETD. Por suerte, la experiencia previa de estos sistemas de salud con brotes virulentos como el del ébola en 2014 abren una ventana a la esperanza en cuanto a la respuesta ante el nuevo coronavirus. Puesto que su incidencia ha sido tardía comparada con Europa o América. Además, factores como la demografía podrían mitigar las muertes en África, ya que más del 50% de la población tiene menos de 20 años. Este rango de edad apenas se ha visto afectado por los contagios de COVID-19 en el resto del mundo. La mortalidad global asociada a este rango de edad es inferior al 0,2%, siendo prácticamente nula en niñas y niños menores de 10 años.

Ahora más que nunca, defendamos el Derecho a la Salud

Ahora más que nunca, el fortalecimiento de los sistemas públicos de salud es vital para evitar el colapso en un continente marcado por las epidemias concurrentes, de enfermedades prevenibles por vacunación y otras enfermedades infecciosas, el problema estructural del agua, saneamiento e higiene, la movilidad de la población y la susceptibilidad a los disturbios sociales y políticos durante los tiempos de crisis.

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Mikel Edeso
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