Son mucho más que trabajadoras sanitarios: son promotoras de equidad y defensoras del bienestar y la educación colectiva. El impulso hacia la equidad y la desestigmatización en la atención sanitaria reside en su figura.
Las desigualdades sociales y las barreras de acceso a la salud son constantes en África Subsahariana, pero las agentes de salud comunitarias están ahí para contrarrestar esas circunstancias. Por eso son un pilar fundamental del sistema sanitario: porque actúan como puente entre los servicios de salud formales y las comunidades. Su trabajo fortalece la confianza de la población en la salud pública y fomenta la participación ciudadana.
¿Quiénes son las agentes de salud y cómo se clasifican?
Son profesionales o voluntarias/os que tienen como objetivo prioritario ofrecer educación, seguimiento y apoyo básico en salud dentro de la comunidad. En África Subsahariana, suelen clasificarse en tres grandes grupos:
- Agentes comunitarias voluntarias: personas locales que reciben formación básica para orientar a sus vecinos sobre higiene, nutrición y prevención de enfermedades.
- Agentes de salud de nivel medio o técnico: profesionales con formación formal en atención primaria, vacunación, control de enfermedades infecciosas y acompañamiento de pacientes crónicos.
- Agentes especializadas en salud pública: con competencias en vigilancia epidemiológica, planificación de programas sanitarios y gestión comunitaria de brotes o epidemias.
En todos los casos comparten una meta: garantizar que la atención llegue de manera equitativa y sin discriminación a todas las personas, sobre todo a quienes viven en zonas rurales o marginadas.
¿Cómo se forman y qué competencias necesitan hoy?
La formación de las agentes de salud combina conocimientos médicos, habilidades sociales y comprensión cultural. Deben conocer protocolos de prevención y tratamiento, pero también dominar la comunicación intercultural, la educación sanitaria y la promoción de hábitos saludables. Su perfil combina ciencia y sensibilidad social, permitiendo un impacto profundo en la vida de las comunidades.
Sus competencias incluyen, entre otras, estas capacidades:
- Empoderamiento de pacientes: enseñarles a tomar decisiones informadas sobre su salud.
- Gestión de cronicidad: seguimiento de enfermedades como hipertensión, diabetes, VIH y Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) como la úlcera de Buruli o el pian, entre otras.
- Prevención y educación: campañas de vacunación, higiene y nutrición.
- Sensibilización y desestigmatización: trabajar contra la discriminación de enfermedades mentales o infecciosas.
¿Qué hacen ante la cronicidad y cómo empoderan a los pacientes?
Las agentes de salud desempeñan un papel crucial en la atención de enfermedades crónicas y persistentes. Monitorizan signos vitales, administran tratamientos básicos, enseñan a pacientes y familias a controlar síntomas y a mantener hábitos de vida saludables. Al mismo tiempo, trabajan en erradicar el estigma de enfermedades que históricamente han generado miedo o discriminación, como las antes mencionadas. Su cercanía y conocimiento de la cultura local les permite fomentar confianza, respeto y participación activa de los pacientes en su cuidado, contribuyendo a la equidad en la salud y a comunidades más resilientes.
Pero esta labor está en peligro: la retirada del programa USAID ha reducido notablemente los fondos económicos que permiten el desempeño de las agentes de salud en el momento en que más falta hacen. Invertir en su formación, reconocimiento y sostenibilidad es invertir en comunidades más saludables y empoderadas, donde la salud deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho de todos.