No hay territorio en el mundo ajeno al cambio climático. Existen, sin embargo, continentes más expuestos a sus efectos. Es el caso de África, especialmente vulnerable por factores como una capacidad de adaptación débil, una alta dependencia de los ecosistemas para la subsistencia y sistemas de producción agrícola poco desarrollados.
¿Cómo afecta el cambio climático en nuestros países de actuación en África?
Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín forman parte de una línea de costa —que abarca desde Mauritania hasta Nigeria— lo que les hace compartir una problemática común. Allí mucha gente está perdiendo su vivienda, que es arrasada por un mar que sube inclemente cada año, y padece la disminución de la pesca, lo que les lleva a migrar a otros lugares para ganarse la vida. Las inundaciones son uno de los desastres predominantes esta zona; también en el norte, este, sur y centro de África. Respecto a las ciudades y comunidades del interior, están sufriendo picos de calor cada vez más frecuentes, lo que altera tanto la calidad del hábitat como las políticas de urbanización y vivienda.
Cambio climático en África
El aumento del nivel del mar, la erosión costera, los cambios drásticos en los regímenes de lluvias y en los ciclos de cultivos, el estrés hídrico y múltiples problemas de salud —del riesgo de insolación y estrés térmico hasta la propagación de malaria y dengue— son algunos de los males asociados al cambio climático en el continente. El paisaje está cambiando en toda África, e impulsando movimientos migratorios indeseados por culpa del impacto sobre las cosechas y la producción ganadera. Otros sectores afectados son la pesca, el turismo e incluso la explotación de petróleo en alta mar.
Cómo afecta el cambio climático según el país
En Costa de Marfil el aumento de las temperaturas, los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento de la sedimentación y la escasez de agua —todo ello agravado por la actividad minera— están teniendo un efecto devastador en los ecosistemas fluviales, cada vez más inhabitables para especies animales y amenaza directa para quienes dependen de ellos. En este país, y también en Ghana, empieza a sufrir una de las fuentes de economía nacional, el cacao, planta muy dañada por las altas temperaturas y la irregularidad de las lluvias. La costa de este país —algo parecido ocurre en las vecinas Togo y Benín—muestra un índice medio de erosión anual de casi dos metros. En algunos puntos esta erosión ha alcanzado hasta 17 metros en un solo año.
¿Por qué las dificultades de África de abordar la emergencia climática?
El descenso de los niveles de agua de los grandes ríos africanos por causa del cambio climático repercute directamente sobre economías enteras. Ghana, por ejemplo, se ha vuelto totalmente dependiente de la producción hidroeléctrica del dique Akosombo, en el río Volta. Mali depende del río Níger para comida, agua y transporte, y ahora está en estado de emergencia debido a la contaminación. En Nigeria, la mitad de la población no puede acceder a agua limpia. ¿Cómo abordan los gobiernos estas problemáticas? Como se puede leer en el análisis de riesgo global Atlas sobre el riesgo medioambiental y el cambio climático (Maplecroft, 2015), “Con una de cada cuatro personas aún malnutrida en el África Subsahariana, los efectos del cambio climático hacen aún más difícil que los gobiernos de la región mejoren la seguridad alimentaria y ayuden a reducir las tensiones”. Esta urgencia se une a las fragilidades económicas y democráticas, a unas administraciones no siempre eficientes y a políticas que no siempre consideran prioritaria la cuestión climática.
Impacto en el medioambiente
Sequías, estrés térmico y fuegos incontrolados son algunos de los fenómenos que reflejan el peligro del cambio climático en un medioambiente que soporta inundaciones, cambio en la distribución de las lluvias, pérdida de caudal de los ríos, deshielo de los glaciares y merma de las masas de agua. Además, se está acelerando el derretimiento de las capas de hielo en las montañas de las montañas Ruwenzori y en el Monte Kilimanjaro, del que se estima que ha perdido el 82% del hielo que cubría la montaña la primera vez que fue grabada en 1912.
Incremento de la temperatura y clima
El aumento de la temperatura en África es ligeramente superior a la media mundial. En 2023 continuaron las sequías plurianuales en el noroeste del continente. Por ello los costos asociados al cambio climático que deben asumir los países africanos son cada vez más elevados. Tal y como se apunta en el nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el estado del clima en África en 2023, África soporta una carga cada vez más pesada a causa del cambio climático y afronta costos desproporcionadamente elevados para poder aplicar medidas básicas de adaptación climática.
Recursos hídricos
No hay continente más afectado por el cambio climático en el contexto del agua que África. Esto se visibiliza en desafíos severos en materia de sequía. Las precipitaciones en África son muy variables, y se prevé que el cambio climático tensione aún más estas variaciones, lo que podría resultar en sequías cada vez más frecuentes e intensas. Esto ya está impactando gravemente sobre la agricultura —principal fuente de subsistencia para la mayoría de los africanos— y en la deficiente infraestructura de agua en buena parte del territorio. El incremento de la lluvia y de la temperatura puede causar la propagación del dengue, aparte de incrementar la de la malaria.
Impacto del cambio climático en las personas
La población africana sufre de múltiples maneras el estrés térmico intenso y frecuente ligado a subidas constantes de la temperatura. La reducción en la calidad del aire que acompaña a las olas de calor suele conllevar problemas de respiración y el empeoramiento de enfermedades de esta índole. Además, los efectos del cambio climático en la agricultura y otros sistemas de producción de alimentos aumentan las tasas de malnutrición y contribuyen a la pobreza.
Efectos en la salud
Los efectos en la salud se hacen notar en toda la sociedad, pero las mujeres, niños y ancianos son los más vulnerables. Las mujeres han de soportan a menudo tareas adicionales como cuidadoras o a la hora de ir a buscar agua —tarea que tradicionalmente también recae sobre las niñas—. Los niños y ancianos afrontan riesgos más severos en la medida en que son más proclives a contraer enfermedades infecciosas —la malaria y las ETD, por ejemplo—, por su movilidad limitada y por el reducido consumo de comida. Son las primeras víctimas del cambio climático.