Hablamos con Carlos Artundo, que desde el pasado mes de diciembre forma parte del Patronato de Anesvad.
Carlos Artundo es la última incorporación al Patronato de Anesvad. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, especialista en psiquiatría y máster en Salud Pública (SP) ha participado activamente en organismos del mundo de la Salud Pública, tanto a nivel nacional como internacional. Además, ha colaborado con diversas organizaciones humanitarias especializadas en salud, y ha desarrollado misiones y proyectos en países como Bosnia, Cuba, Congo, Brasil o Turquía.
Con su integración como vocal en el órgano directivo de Anesvad, Carlos espera poder “contribuir a través de mi visión de Salud Pública” en una organización que está “trabajando y apostando por un abordaje integral de la defensa y promoción de la salud como Derecho Humano”. Políticas sanitarias, derechos o género son algunos de los temas que abordamos en esta entrevista que nos acaba de conceder.
Pregunta: ¿Crees que la Salud es un Derecho reconocido y respetado en el mundo?
Respuesta: Antes de hablar del derecho a ella, tenemos que detenernos en la salud como concepto. Cuando hablamos de salud no sólo debemos entenderla como ausencia de enfermedad, sino como completo bienestar físico y psicosocial, y relacionado con la perspectiva de los determinantes sociales, que son los que condicionan la salud del individuo y de cualquier comunidad.
Por otro lado, en demasiadas ocasiones se entiende el derecho a la salud como el derecho a la atención sanitaria; eso es un reduccionismo. El derecho a la salud es a todos los ámbitos a los que ésta atañe: la promoción, la prevención, los cuidados… más allá de la atención sanitaria.
Habiendo acotado ya el concepto salud, debo decir que aunque es verdad que tanto Naciones Unidas como la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconocen como derecho, no se trata de uno reconocido de manera legal y del que se pueda exigir su complimiento. No está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lamentablemente. A pesar de ello, hay una tendencia generalizada, a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el marco de Naciones Unidas, a encaminarnos hacia el total reconocimiento de este derecho, pero de momento no está siendo muy efectiva. Porque documentos y compromisos hay muchos, pero en la práctica no se aplican. Como en otros grandes temas de la agenda internacional, no es ‘caridad’, es ‘justicia’ de lo que estamos hablando.
P: Entonces, ¿los organismos internacionales como la OMS no están haciendo el trabajo necesario para reconocer el Derecho a la Salud?
R: La OMS es una organización intergubernamental, de Naciones Unidas, financiada por los Estados miembro, por los gobiernos. Y desgraciadamente estamos en la era de nacionalismos extremos, capitalismos sin reglas que no quieren que haya límites a su capacidad de maximizar el beneficio. Los organismos internacionales son presa de este contexto.
La OMS hace lo que puede y lo que le dejan hacer. Es importante reforzar su discurso, porque en particular en el sector salud, éste es más positivo y progresivo que las políticas dominantes a nivel mundial. Tiene una intención, son coherentes con la perspectiva del derecho a la salud, el impulso de la Atención Primaria de Salud. El discurso lo tienen. Es a los gobiernos a los que hay que mirar y cuestionar su apuesta por la salud.
P: ¿Hasta qué punto es importante el trabajo de las organizaciones que trabajan por el Derecho a la Salud? ¿Están haciendo un trabajo que debería corresponder a los gobiernos?
R: Creo que la salud debería ser un Derecho Humano fundamental, reconocido y blindado en las constituciones nacionales, de obligado cumplimiento, exigible en instancias judiciales y a todos los niveles. Pero la realidad no es así en gran parte del mundo; incluso en España estamos retrocediendo en el reconocimiento de este derecho.
En este escenario es imprescindible el trabajo de la sociedad civil y las ONG como Anesvad para poner el tema en la agenda internacional. Hay que impulsar la función social de las ONG para crear un discurso crítico y alternativo a las políticas actuales.
Las ONG tienen que sustentarse en dos patas: por un lado la intervención (como testigo, y apoyando y dando voz a las personas enfermas) y por otro la denuncia de las causas estructurales de esas situaciones de pobreza y dificultad de acceso a la salud. Es algo que siempre se ha dicho, pero en la práctica no se ha hecho; y la labor no sólo debe ser de denuncia, sino también de articulación de un discurso propositivo. Vamos a contribuir cada uno en nuestro sector, siendo capaces de establecer las alianzas necesarias para influenciar y cambiar el actual orden de las cosas.
P: ¿Cómo crees que podrían mejorase los sistemas sanitarios de África subshariana, la región donde Anesvad interviene (y donde las ETD tienen mayor presencia)?
R: Hay que reforzar los sistemas públicos de salud, muy especialmente (como dice la OMS) la Atención Primaria de Salud y la Salud Pública, que son los pilares que garantizan la salud de las personas en un porcentaje elevadísimo (el 80-90% de las necesidades de una persona en su vida).
Es importante hacer un matiz sobre los sistemas públicos: entendemos que son públicos en cuanto a su financiación, liderazgo, regulación, dirección estratégica… lo sustantivo. Pero la provisión de los servicios depende de las circunstancias concretas de cada país. Y en general, en los países africanos los actores que proveen asistencia sanitaria son muy variados, hay muchos privados pero sin ánimo de lucro. Hablo de organizaciones como Anesvad, que deben complementar y colaborar con los sistemas públicos para mejorar la salud de la gente, especialmente de los más vulnerables.
P: Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es lograr la Cobertura Sanitaria Universal (que promueve una vida más saludable para todos mediante la inversión en los sistemas sanitarios). Pero, tal y como denuncia el ‘Informe 2018 sobre la Salud en la Cooperación al Desarrollo’ estamos muy lejos de conseguirla: cerca de la mitad de la población mundial carece de acceso integral a servicios sanitarios básicos y existe una enorme falta de equidad entre la salud de las personas y las regiones del planeta. ¿Crees que este tema tiene el peso suficiente en la agenda internacional del desarrollo sostenible?
R: No, evidentemente. No hay más que ver las cifras: en España un 70% de disminución de gasto en cooperación debido a los recortes en los últimos diez años. Y a pesar del incremento experimentado recientemente, estamos aún en un 0,19% (respecto al PIB) de ayuda a desarrollo. Los países europeos de nuestro entorno están en un 0,49%. Muy lejos todos del 0,7%, que se plantea como meta. Además, hay que decir que se inflan las cifras, ya que se contabilizan como ayuda al desarrollo gastos que no lo son. En general el sector salud no tiene el peso que debería. Mientras que en España es el 2,56%; en el conjunto europeo cerca de un 3%, muy lejos de nuevo de lo que deberíamos.
Me gustaría que nos cuestionáramos ideológicamente el rumbo que llevamos. Por ejemplo, se toma el crecimiento económico como indicador ideal para comprobar la evolución de una sociedad. Y el PIB como indicador del desarrollo. En ambos casos estamos equivocándonos. Ya hace años que se viene exigiendo (sin reflejo todavía en las agendas internacionales) que se deben buscar otros índices (felicidad humana, Índice de Desarrollo Humano…). Los que se están utilizando no responden a la realidad de la vida de la gente.
Hay que poner en cuestión los parámetros fundamentales que pretenden medir cómo se desarrollan las comunidades. Hay una serie de factores que no se están midiendo: el concepto de seguridad integral: alimentaria, sanitaria, acceso a una vivienda digna, a bienes básicos… Establecer una combinación completa.
P: ¿Cómo se puede luchar contra las desigualdades sanitarias en zonas como el África subsahariana?
R: La lucha contra las desigualdades sanitarias no se puede aislar de la lucha contra la desigualdad en general, algo en lo que Anesvad ya trabaja por su interpretación de la salud y los determinantes sociales de la salud, que van más allá de los aspectos sanitarios: facilidades económicas, empoderamiento, educación o distribución equitativa de recursos.
Deberíamos tratar de garantizar la promoción de la salud, la protección y los cuidados asociados. Para ello es importante asociar estrategias de salud a las políticas nacionales. Habría que realizar una evaluación del impacto en salud de estas políticas: que en todos los grandes proyectos de un gobierno se evalúe el impacto que tienen sobre la salud humana.
P: El Informe también incide en que salud e igualdad de género están fuertemente vinculadas, algo que mucha gente desconoce. Por ejemplo, muchas mujeres dependen de la voluntad de los hombres para poder acceder al sistema sanitario. ¿Qué medidas, qué políticas socio-sanitarias se pueden tomar para favorecer la participación femenina en la toma de decisiones?
R: Asumir políticas constructivas de igualdad y de educación. Y fomentar un cambio de mentalidad. Están arraigadas concepciones culturales que hay que cambiar.
Hay que destacar socialmente el fortalecimiento y reconocimiento de la mujer en el tema de la salud. La mujer tiene un papel importantísimo en las familias y las comunidades africanas, en su bienestar; hay que reconocer ese papel.
En todas partes (también en los países en desarrollo) la mujer está tomando las riendas. Es un movimiento que no se va a poder parar, lo que es fantástico. Tal vez la mujer no ha llegado aún a ocupar espacios en la planificación y dirección estratégica de la salud, pero en la provisión de servicios sanitarios sí. Y poco a poco se va a ir llegando a otros niveles, seguro.
P: Tienes una amplia trayectoria internacional y de colaboración con organizaciones del sector. ¿Qué crees que puede aportar tu experiencia y visión a Anesvad?
R: Espero aportar mi experiencia en sistemas de salud y gestión sanitaria, que he desarrollado a nivel local, nacional, y global. También en cooperación sanitaria internacional, un campo en el que me he desarrollado profesionalmente. Pero sobre todo, quisiera contribuir a través de mi visión y perspectiva de Salud Pública.
P: ¿Qué imagen de Anesvad crees que posee la sociedad?
R: Desde mi experiencia y percepción personal Anesvad se ve como una organización que trabaja históricamente la lepra y que se está abriendo a otras Enfermedades Tropicales Desatendidas. Una organización que nace en Euskadi, que ha superado momentos difíciles y que está trabajando y apostando por un abordaje integral de la defensa y promoción de la salud como Derecho Humano.
Muchas gracias por tu tiempo, Carlos, y ¡bienvenido a Anesvad!