Existen gestos cotidianos que suceden a diario en el mundo para millones de personas. Abrir el grifo y que no salga agua. Darle al interruptor y que no se encienda la luz. Estar enferma y caminar, caminar y caminar…. No son grandes titulares, no suponen dramas humanitarios que ocupen nuestra mente pero provocan, en muchos casos, muertes evitables.
¿Qué pasa si una persona bebe agua no potable? Como mínimo enfermará de una fuerte diarrea, si es que no se le suman más parásitos…Si además acude a su centro de salud más cercano, a kilómetros de distancia, y allí, para colmo no hay electricidad, es probable que no puedan atenderle.
El acceso a agua, a la luz o a un centro social cercano son determinantes para optar a tener una buena salud. Por eso, en Anesvad intervenimos en los determinantes sociales de la salud que son las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, viven y trabajan y que vienen establecidos por el lugar en el que nacemos.
Trabajamos también en los gestos cotidianos que salvan vidas
Este fin de año hemos querido lanzar la voz de alerta sobre la dramática situación que viven millones de personas y lo hemos hecho a través de nuestra campaña Salud es vida. Nos hemos acercado hasta Camboya donde el 32% de la población no tiene acceso a agua potable, a Costa de Marfil, donde el 50% de la población no tiene acceso a red eléctrica y a Guatemala donde para muchas comunidades indígenas del altiplano, acudir a un centro de salud es una aventura a miles de metros de altura.
Circunstancias que afectan a la población y los centros sanitarios, a los centros educativos, desabastecidos en muchos casos de lo más básico con lo que la salud de sus poblaciones no está garantizada.
La salud no debería depender de donde se nace, la salud es vida.