La formación otorga independencia y las mujeres de Saint Camille lo saben bien. En el Centro Femenino de Saint Camille de Davougon apoyamos a mujeres jóvenes a obtener un título de costura, calderería y peluquería. Norbertine y Lydie nos cuentan sus planes para ser mujeres independientes.
A las jóvenes de Saint Camille de Davougon hay muchas cosas que las separan, pero otras tantas que las unen. Sus orígenes son distintos, su edad también lo es, pero comparten las ganas de salir adelante después de sufrir secuelas por padecer enfermedades, discriminación o abusos.
Su salud física puede haberse recuperado, pero la salud mental es igual de importante para garantizarles un mejor porvenir. Necesitan refuerzo en autoestima, compartir lo que les pasó, lo que sufrieron y aprender un oficio que les permita ser mujeres independientes.
“Quiero abrir un taller de costura y una mercería”
Norbertine tiene 19 años, es togolesa y huérfana de padre y madre. Se crio en un internado con las Hermanas Misioneras de la Consolata y llegó a Saint Camille en 2021. “Decidí dejar la escuela después de la Educación Básica y las hermanas me propusieron venir a aprender un oficio a este centro. Aquí aprendo a coser y me gusta mucho. Quiero abrir un taller de costura y una mercería cuando termine mi formación.”
Junto a Norbertine, aprenden a coser sus compañeras Melicinthe y Lydie, esta última paciente de úlcera de Buruli que llegó al hospital en 2018. “Veo que tengo un buen futuro a pesar de esta enfermedad porque mi vida ha cambiado desde que llegué aquí”, asegura. Lydie camina firme con su muleta y sonríe cuando nos cuenta todo lo que aprende en las clases de costura con la profesora Eugénie. “Cuando termine mi aprendizaje me gustaría abrir un taller de costura y una tienda para vender mis creaciones” afirma orgullosa.
El difícil camino hacia la independencia y el bienestar pleno a través de la formación en Saint Camille
Si bien el programa de formación capacita a las jóvenes de Saint Camille en materia de emprendimiento, educación financiera y ahorro, la mayoría de ellas no tiene los medios para poder invertir en un negocio que les permita ser autosuficientes.
Precisamente por ello, reciben seguimiento psicológico y de inserción laboral para evitar que caigan en situaciones de matrimonio forzoso o prematuro, embarazos no deseados o mendicidad. Es importante que se sientan acompañadas y escuchadas. Muchas de ellas han vivido situaciones traumáticas, ya sea por sufrir una discapacidad causada por una ETD, o porque han sido alejadas de sus hogares y no tienen una red familiar que las sustente. De hecho, en Benín la atención en salud mental se limita a las grandes ciudades y a enfermedades consideradas graves –como la esquizofrenia. La depresión y ansiedad que padecen las personas con ETD queda desatendida.
Eugénie, profesora de costura de las jóvenes, admite que no es fácil. “En Benín, la independencia y bienestar pleno de las mujeres aún no es una realidad. Para mí, los hombres gozan de superioridad frente a las mujeres. Los hombres suelen ser injustos con las mujeres, especialmente con aquellas que no han ido a la escuela. Pero las mujeres, al igual que los hombres, tenemos nuestros derechos” recalca. “Tras su graduación, las jóvenes no se quedan solas. Tienen mi número y hablamos, voy a ver dónde está su taller de costura… siempre nos mantenemos en contacto y les doy apoyo y aconsejo si los necesitan”.