Conocido en todo el mundo como parte de la identidad cultural de África subsahariana, el algodón estampado y con acabado de cera, telas wax, protagoniza una historia larga y polémica. Aquí te la contamos.
¿Qué es la tela wax?
Wax es cera en inglés, y eso explica qué son las telas wax: piezas de algodón estampadas con cera. Pero estas telas tienen su origen en el batik, lo que exige hablar un poco de esta técnica antes de seguir.
Pese a estar tan asociado a la artesanía africana, el batik es una técnica de teñido originaria de Asia. Siglo XIX: Holanda recluta soldados de África occidental para reforzar sus campaña en Indonesia. Es allí donde se producen estos tejidos. Los soldados africanos quedan cautivados por estas telas tan coloridas y se las llevan a sus países de origen. Los europeos, por su parte, también se toman en serio su fabricación y se aplican en la creación de una imprenta capaz de aplicar resina a ambos lados de una tela de algodón.
La técnica de teñido Batik y la tela wax
La técnica del batik se basa en aplicar cera sobre las zonas que no se quieren teñir de manera que el tinte no penetra durante los baños de teñido. Una vez dura, la cera se resquebraja dibujando formas craqueladas, dibujos únicos e irrepetibles en cada pieza. Así se superponen los colores, dando forma a imágenes; a veces de la vida cotidiana, a veces de animales del imaginario africano. El trabajo es laborioso, lo que explica que, en su origen, la técnica del batik fuera ante todo para beneficio de la aristocracia.
El largo viaje de las telas wax y su técnica controvertida
El caso es que, mientras la impresión europea a máquina —estamos en plena Revolución Industrial— tiene sus imperfecciones, los métodos manuales de los africanos son capaces de crear telas magníficas, sin mácula. Esto redunda en su popularidad en África.
Camino hacia Asia, los barcos holandeses paran en varios puertos africanos —sobre todo en los del Golfo de Guinea— para llenar sus bodegas y, de paso, comerciar con los locales. Estos ven esas telas que ya conocen y… quieren más. Los europeos, que descubren el gran potencial de venta, las adaptan a los gustos de las africanas. Es de gran interés el hecho de que estas transacciones las hagan siempre mujeres: grupos de vendedoras que desde las costas distribuyen las telas al interior y que con ello se empoderan, se hacen con el mercado mayorista y llegan a ser conocidas como Mamas Benz por los coches en que llegan a viajar.
Así prosigue esta empresa triangular entre Asia, África y Europa, y la técnica del batik se populariza hasta convertirse en la marca de identidad cultural africana que es hoy. Pero por el camino también se construye un gran negocio en Europa. De ahí la polémica: hay quienes ven en el batik —y por extensión las telas wax— un elemento colonial, un tejido introducido en las sociedades africanas que ha terminado por eliminar los otros tejidos tradicionales que estaban vinculados a las culturas y rituales del lugar. Y hay quienes ya consideran los estampados wax parte de la moda africana, y un éxito de esta, dado que estos materiales han llegado incluso a las grandes marcas de alta costura.
Sea como sea, las fábricas africanas no son capaces de aguantar la fuerza pujante de la competencia europea. Pronto manda el batik holandés (concretamente el que fabrica P.F. Vlissingen & Co, más tarde Vlisco, que comercializa la marca Veritable Wax) y el británico. Y pronto ni siquiera estos: entra en el juego China, mucho más competitiva económicamente aunque de calidad muy inferior. Tenlo en cuenta: si quieres telas wax de calidad —esa maravilla que encuentras en bolsos, libretas, cojines…— asegúrate de comprar producto africano.