Todas aquellas acciones que representan un beneficio para el medioambiente forman parte de un impacto positivo que es la cara buena del impacto ambiental.
Como si de una especie de efecto mariposa se tratara, cada acción desencadena una serie de actos y repercusiones. En esa línea, desde hace años se ha tomado mayor conciencia del impacto ambiental o, lo que es lo mismo, el efecto que las actividades humanas causan en el medioambiente. Tradicionalmente se suele poner el foco sobre todas aquellas acciones que generan consecuencias negativas como la contaminación, la pérdida de biodiversidad o el daño a la vida animal. Sin embargo, en este artículo queremos dirigir la mirada hacia el lado bueno, hablar del impacto positivo y conocer algunos ejemplos que ayuden a comprenderlo mejor.
¿Qué es el impacto positivo?
Todas aquellas acciones que contribuyen de manera positiva con el medioambiente y/o todos los actos que permiten reparar algún daño realizado. Todo ello forma parte de un impacto positivo que, de manera sencilla, podríamos presentar como lo opuesto a aquello que daña el planeta.
En ese sentido, el impacto positivo se puede subdividir en varias categorías según el tipo de repercusión:
- Directo o indirecto.
- Temporal o persistente.
- Acumulativo o sinérgico.
Ejemplos en el medio ambiente
¿Qué formas adquieren las medidas para generar un impacto positivo en la naturaleza?, ¿cómo puedo conseguir mejoras para el medio natural? A continuación, te acercamos algunas opciones para impactar positivamente:
- Apuesta por las 7Rs Cambiar el modelo y apostar por la economía circular es una de las vías para generar un impacto positivo. Mantener un nivel constante y alto de generación de recursos no es sostenible. Cada vez que se reutiliza un producto, que se recicla un envase o que se repara un objeto se hace una pequeña contribución positiva.
- Tecnología: La revolución tecnológica en la que llevamos inmersos desde hace tiempo también puede tener su impacto positivo. La tecnología puede contribuir al desarrollo de ciudades inteligentes, edificios más eficientes o potenciar el uso de energías renovables, entre otras muchas implicaciones.
- Riego eficiente: Esta es una de las muchas medidas cuyo impacto positivo tiene repercusión en el ODS 6 (Agua y saneamiento) y en el necesario trabajo para hacer frente a la escasez de agua que afecta ya a más de un 40% de la población mundial.
- Energías renovables: Energía solar, hidráulica, geotérmica, eólica…la apuesta por las energías renovables es clave para acelerar la transición energética y la descarbonización.
Una acción para todos
La lista de ejemplos que pueden generar un impacto positivo podría ser mucho más larga y exhaustiva ya que son muchas las posibles acciones. En ese sentido, estas acciones no implican sólo una acción individual. La suma de los pequeños actos de cada persona no son suficientes para revertir los daños ya causados y las consecuencias climáticas que se vienen derivando de todos los impactos ambientales negativos.
Tomar conciencia ambiental y actuar no es una opción sino una obligación. En esa línea, también es vital el trabajo de las empresas que deben cuantificar los efectos de su acción sobre la naturaleza e incorporar la conciencia medioambiental a sus planes estratégicos. La búsqueda del impacto positivo debe ser un activo clave que guíe la actividad de las organizaciones, gobiernos, instituciones y asociaciones sin ánimo de lucro.
Impactar en la vida de las personas que sufren Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) es uno de los motores de Fundación Anesvad. Para ello, apostamos por la Inversión Socialmente Responsable (ISR) o, lo que es lo mismo, por invertir siguiendo unos criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. A través de proyectos sostenibles es posible mejorar la vida de las personas y trabajar para garantizar el Derecho a la Salud de las comunidades más desfavorecidas.