La dificultad de acceder a unas escuelas con problemas de infraestructura lastra una educación que sale adelante con la voluntad de las alumnas y la ayuda de programas gubernamentales y entidades sociales.
Entre valores positivos —como la digitalización, la inclusión y la equidad, — y una realidad desfavorable —uno de cada cinco niño/as en África Subsahariana no asiste a la escuela—, el sistema educativo en el continente africano hace frente al presente y sobre todo al futuro con su mejor voluntad.
¿Cuál es la situación de la educación en África?
La problemática parte fundamentalmente del acceso a la educación. Desde ese lugar se aprecia el dato (avalado por la UNESCO) de que, en las últimas dos décadas, África ha visto un aumento significativo en la tasa de matrícula en la educación primaria. Además, varios países han implementado políticas de educación primaria universal, eliminando las tasas escolares y proporcionando materiales educativos gratuitos. Pero estas ventajas no llegan fácilmente a zonas rurales, donde las escuelas suelen carecer de docentes e infraestructura. Esto hace difícil que allí se den los resultados de aprendizaje deseables.
Otro de los grandes problemas en África (como en tantas partes del mundo) es la falta de paridad de género. Este problema se va corrigiendo lentamente, pues actualmente —y gracias a programas de empoderamiento para apoyar la educación de las niñas— ellas acuden cada vez más a las aulas.
Respecto a la educación superior, también ha habido un crecimiento en el número de instituciones de educación superior en África, así como en la matrícula de estudiantes en universidades y colegios técnicos.
Infraestructura educativa
La infraestructura educativa es a la vez producto y causa de la situación comentada. Las deficiencias son manifiestas en muchas escuelas en África subsahariana, sobre todo en entornos rurales. Faltan aulas y mobiliario, así como servicios básicos como la electricidad, lo que aleja aún más la posibilidad de contar con recursos tecnológicos como ordenadores. En ocasiones falta el acceso a agua potable y los servicios sanitarios adecuados, lo que no solo incide negativamente en la educación sino en la salud.
La falta de financiación adecuada es un obstáculo importante para mejorar la infraestructura educativa. Los presupuestos limitados a menudo priorizan otras necesidades urgentes, dejando a las escuelas sin recursos. Estas pueden recibir inversiones iniciales, pero carecer de recursos para mantenimiento y reparaciones. De ahí la necesidad de desarrollar planes estratégicos a largo plazo, y de que exista una colaboración entre gobiernos, sector privado, ONGs y comunidades locales.
El papel de las entidades sociales en la educación en África
Esta falta de infraestructura —suficiente para desmotivar a estudiantes que en muchos casos deben hacer un esfuerzo adicional por vivir lejos o estar obligados a compartir tareas con sus familias— se ve en ocasiones asistida por iniciativas y proyectos de mejora a cargo de programas gubernamentales y de entidades sociales.
Estas llevan a cabo proyectos de construcción y renovación de escuelas y trabajan para mejorar las condiciones físicas y suministros, y en ocasiones logran poner en marcha programas para introducir tecnologías digitales o instalar paneles solares en escuelas sin acceso a la red eléctrica. Ese impulso —y la ayuda de quienes lo hacen posible— es de enorme ayuda para una juventud que se supera día a día.