La dracunculosis es una enfermedad parasitaria debilitante que se contagia a través del consumo de agua contaminada. Las estrategias de prevención y control casi la han erradicado, pero aún no del todo.
La dracunculosis, también conocida como enfermedad del gusano de Guinea, es una infección parasitaria causada por el nematodo Dracunculus medinensis, un gusano largo y delgado que puede alcanzar hasta un metro de longitud en su etapa adulta. Se produce por la ingestión de agua contaminada con las larvas del parásito que, una vez en el tracto digestivo, penetran en la pared intestinal y migran a través del tejido subcutáneo, apareándose y llegando hacia la superficie de la piel.
La enfermedad se visibiliza a través de ampollas dolorosas, generalmente en las extremidades inferiores de la persona afectada. Además, puede provocar artritis y discapacidad, contracturas y discapacidad temporal o permanente, aparte de secuelas psicológicas.
¿Cuál es el origen de la enfermedad?
La dracunculosis tiene una historia tan larga y documentada que de ella se tienen registros milenarios. El papiro de Ebers, texto médico del antiguo Egipto datado en 1550 A.C., ya habla de síntomas que se asemejan a los que produce el gusano de Guinea. La Biblia habla de una “serpiente ardiente” que bien podría ser esta enfermedad, a la que también se refiere el historiador griego Heródoto en el siglo V A.C.
Felizmente, el final de este mal podría estar cerca. Gracias a los programas de control y prevención de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos internacionales, la dracunculosis —que en 1986 tenía alrededor de 3.5 millones de casos en 20 países de África y Asia— se redujo en 2020 a menos de 50 casos, concentrados en áreas rurales de Sudán del Sur, Chad y Etiopía.
Cómo ha contribuido el saneamiento del agua a su erradicación
Si bien la dracunculosis se propaga a través de las aguas estancadas, el acceso a agua potable limpia ha sido y es una de las estrategias más efectivas para interrumpir su ciclo de transmisión. La eliminación de copépodos en el agua pasa en primer lugar por el uso de filtros de agua y el tratamiento químico del agua, y en segunda instancia por la instalación de pozos y bombas de agua manuales o motorizados para proporcionar acceso a agua subterránea limpia y no contaminada. El desarrollo de sistemas de distribución de agua potable, incluyendo tuberías y grifos comunitarios, también es fundamental para asegurar que las comunidades tengan acceso continuo a agua limpia.
Nada de ello está completo sin los debidos programas educativos, la participación comunitaria y el necesario monitoreo y la vigilancia epidemiológica. Por otro lado, al atajar este mal se ha logrado minimizar la expansión de otras enfermedades transmitidas por el agua, tales como el cólera, la disentería y otras enfermedades diarreicas.
La importancia del agua en África para este tipo de afecciones
Estas intervenciones basadas en la disponibilidad y control del agua potable ponen de manifiesto hasta qué punto el agua juega un papel fundamental en la salud y el bienestar de las comunidades en África. Proyectos activados por la OMS y el Centro Carter, por ejemplo, han sido cruciales para erradicar la dracunculosis en países como Ghana, Mali y Sudán del Sur. Pero lo contundente de los resultados no debería hacernos bajar la guardia: mientras queden enfermos por esta enfermedad urge permanecer en modo de alerta.