Esta enfermedad puede afectar gravemente la salud y la calidad de vida de los afectados. Su prevención, diagnóstico temprano y tratamiento son cruciales para controlarla y erradicarla.
La leishmaniasis es una enfermedad parasitaria causada por protozoos del género leishmania. Este se transmite a través de la picadura de ciertas especies de moscas de la arena infectadas. La enfermedad afecta tanto a humanos como a animales y se presenta en varias formas clínicas: la visceral o Kala-azar, la mucocutánea y, la más común, la cutánea. Esta se caracteriza por lesiones en la piel, que pueden variar desde úlceras indoloras hasta lesiones más grandes y dolorosas.
Aparte de África, la leishmaniasis cutánea es endémica en regiones tropicales y subtropicales de Asia, América del Sur y Central y el sur de Europa. Los ecosistemas en que se produce y propaga son aquellos en condiciones de pobreza, desnutrición, desplazamientos masivos de población, condiciones de vivienda deficientes y cambios ambientales como la deforestación.
¿Cómo afecta la leishmaniasis a los humanos?
De distintas formas, en función de la forma clínica de la enfermedad y el órgano o sistema que involucra. En el caso de la leishmaniasis cutánea, los síntomas son lesiones en la piel —úlceras cutáneas en el sitio de la picadura de la mosca de la arena— que, una vez curadas, dejan cicatrices permanentes y a menudo desfigurantes. Esto último tiene un impacto estético y psicológico, pero sobre todo puede dar lugar a infecciones secundarias si las heridas llegan a abrirse.
El diagnóstico se puede realizar mediante la identificación del parásito en muestras de tejido (biopsias de piel, médula ósea o ganglios linfáticos), cultivos, pruebas serológicas y técnicas moleculares como la PCR. El tratamiento incluye medicamentos antimoniales pentavalentes (como el estibogluconato sódico), anfotericina B, miltefosina y paromomicina.
¿Se puede prevenir y tratar?
En cualquier caso, la mejor medida es siempre la prevención de picaduras (mediante mosquiteros impregnados con insecticida, ropa protectora y repelentes que contengan DEET, picaridina o IR3535 en la piel expuesta y sobre la ropa) y, en lo posible, el control del vector reduciendo la población de moscas de la arena a través de insecticidas y mejorando las condiciones de vivienda. La educación y concienciación a través de programas educativos y campañas de salud pública son igualmente cruciales.
¿Qué impacto tiene la leishmaniasis cutánea en el continente africano?
La leishmaniasis cutánea tiene un impacto significativo, pues no solo afecta a las comunidades en su salud, sino en su economía y bienestar social. Entre los territorios afectados con alta incidencia se encuentran Sudán, Etiopía y Sudán del Sur.
Aparte de las complicaciones de salud señaladas, en el capítulo económico acarrean tratamientos que pueden ser costosos —y no siempre están disponibles en las áreas rurales, justo donde la enfermedad es más prevalente— y la pérdida de productividad en las personas afectadas, a menudo en edad laboral.
Por otro lado, como en tantas enfermedades cutáneas, representa un factor de estigmatización y exclusión, en particular en mujeres y niños, pues pueden ser más vulnerables a las consecuencias sociales de la enfermedad.
Todo ello justifica la necesidad continua de desarrollar tratamientos más efectivos, accesibles y asequibles para la leishmaniasis cutánea. Con la ayuda de todas conseguiremos su erradicación.