Son tan antiguas como la humanidad, tan enigmáticas como los dioses a los que rinden culto, tan profundas como los rostros de quienes las portan. ¿Qué nos cuentan?
Si, como dice el refrán, una máscara nos dice más que una cara, ¿qué nos cuentan las máscaras africanas? Misterio arcano, ocultismo revelado, riqueza étnica. Arte e historia del ser humano: reverencia a los dioses y culto a los antepasados. Continuidad de la tradición. Ocultación y juego. Todo eso y mucho más está detrás de estas fascinantes representaciones que portan en cada rasgo las características espirituales, culturales y sociales del continente africano, de cada pueblo que lo conforma.
Orígenes e historia de las máscaras africanas
Tras sus enigmáticas formas, gestos y expresiones está, en realidad, la historia de la humanidad. Es, al menos, lo que argumenta la etnología, cuando sitúa el nacimiento de la máscara en el momento en que se produce la autoconciencia. Esto nos llevaría a la Edad de Piedra, tiempo en que los africanos habrían incorporado máscaras tribales a sus ceremonias, rituales y celebraciones culturales.
A partir de ahí, juntando arte, tradición y espiritualidad, se ha ido creando la representación de la historia de todos los humanos. Aunque siempre será difícil datar la máscara más antigua, podríamos aventurar a que fue una de la cultura nok —que existió entre los años 1000 a.C. y 300 d.C.—, o una igbo-ukwu (del siglo IX) o uno de los bronces de Benín (del siglo XIII), todos ellos de la zona que actualmente conocemos como Nigeria. Quizá fuera una máscara dogón, etnia primigenia del actual Malí. Quien sabe.
Podemos decir que una de las más famosas de entre las máscaras antiguas es la de la reina madre Idia del Imperio de Benín del siglo XVI, que puede verse en el Museo Metropolitano de Nueva York. Lo que es seguro es que la primera máscara nunca será encontrada por los arqueólogos debido a la degradación de los materiales orgánicos con que se habrá fabricado. Habrá que imaginársela.
Principales tipos de máscaras, usos y rituales
La etnología establece distintas categorías de máscaras africanas: las que rinden culto a los espíritus del antepasado, las que veneran a los héroes mitológicos, las dedicadas a los espíritus animales y las que combinan estos arquetipos. Sea la que sea, hablamos de un objeto de madera tallada habitada por un “espíritu” o “genio”, un ser sagrado que media entre Dios y los antepasados de los hombres. Esta última sería su función: conectar el mundo divino y el terrenal.
En consecuencia, las máscaras tendrían funciones religiosas y espirituales en los rituales de invocación y comunicación con los espíritus, de protección y bendiciones a su portador, se utilizaría en las ceremonias de iniciación y ritos de pasaje, en la enseñanza de valores y normas sociales a la comunidad. Su uso está reservado a danzas y festividades musicales y a espectáculos y representaciones teatrales.
En cuanto el tipo de máscaras, están las de ancestros (cabe destacar las pwo del pueblo chokwe o las kanaga, de los dogón); las espirituales (como las bwa, decoradas con símbolos geométricos que representan espíritus de la naturaleza), o las bété (utilizadas para protección contra espíritus malignos); las de animales (aquí destacan las senufo o las goli) o las de rostro humano (como las baule o las fang). Las hay de madera, pigmentos naturales, conchas, cuentas, fibras vegetales, pieles o metales, o hechas combinando estos materiales.
El arte detrás de las máscaras africanas
Muy valoradas en todo el mundo desde su descubrimiento a partir de expediciones etnográficas y —en el peor de los casos— de las invasiones y expolios que han engrosado los fondos de los museos occidentales, las máscaras africanas son objeto de veneración en todo el mundo. También de inspiración para múltiples artistas contemporáneos y diseñadores desde que Pablo Picasso pintara, con influjo africano, sus famosas “Señoritas de Aviñón”, o desde que Modigliani mostrara al mundo sus retratos alargados y estilizados a la manera de las máscaras africanas.
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