Movimiento migratorio para reforzar la atención sanitaria

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Ante la desigualdad en la distribución mundial de los trabajadores sanitarios se ha planteado el debate sobre la utilidad de un movimiento migratorio internacional. 

Son muchas las razones que hay detrás de cualquier movimiento migratorio. Desplazamientos locales, regionales o nacionales por causas sociales, laborales o climáticas que representan una transformación tanto de las sociedades de origen como de las destinatarias. Una de las variables para migrar está vinculada al ámbito sanitario. Salud y migración son dos temas fuertemente vinculados. 

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Actualmente, se estima que hay unos 60 millones de trabajadores sanitarios en el mundo. Sin embargo, su distribución y ubicación geográfica está muy lejos de ser equitativa. En Europa encontramos ratios de 99 personas en enfermería por cada 10.000 habitantes mientras que en África Subsahariana la cifra baja a 18. Una desigualdad que se mantiene en el tiempo y para la que se ha planteado el debate sobre la posible utilidad del movimiento migratorio internacional del personal sanitario. 

Una historia de desigualdad y salud

“Escasez crítica de trabajadores de la salud” fue el concepto acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a la desigualdad en la distribución del personal sanitario. Una escasez que pone muchas barreras para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 (ODS 3 Salud y Bienestar) e incrementa la correlación entre desigualdad y salud. 

La escasez sanitaria afecta a la atención médica; al desarrollo de tratamientos y vacunas;  el diagnóstico o tratamiento de las personas y a toda la cadena de intervención de los sistemas de salud. Desigualdades que afectan en mayor medida a las poblaciones más vulnerables o que tienen menos recursos. Es el caso, por ejemplo, de las personas afectadas por alguna Enfermedad Tropical Desatendida (ETD). 

Las oportunidades y los riesgos en la movilidad sanitaria

Hace un par de años la Comisión Europea presentó la conocida como Tarjeta Azul cuyo objetivo era atraer el talento y conseguir el movimiento migratorio de personal altamente cualificado. Dentro de esa categoría se incluían los trabajadores de medicina o enfermería en una excepción dentro del conjunto de políticas de migración laboral. 

Una medida que suscita diferentes debates. Por un lado, la fuga de cerebros puede repercutir negativamente y ser un riesgo para los sistemas de salud de los países de origen. En el caso de África, si aquellas personas más cualificadas se marchan será difícil revertir las dinámicas establecidas y los déficits actuales.  

Por otro lado, también existen consideraciones que apuntan como este movimiento migratorio puede ser positivo. Entre los argumentos se indica que esta emigración puede ser un aliciente para que se formen nuevos profesionales sanitarios de los cuales un alto porcentaje si permanezca en los países de origen. También existe la opción de que la emigración cualificada ayude en la transferencia de conocimientos, la innovación tecnológica o el emprendimiento de los países de origen. 

Un debate donde el economista Michael Clemens señala “es clave aprovechar las ventajas que ofrece la migración de personal de alta cualificación y atajar sus problemas con medidas específicas”. 

Un modelo de migración compatible con el interés común

La idea de un modelo equilibrado de movilidad de profesionales de la medicina tiene tres vértices fundamentales a tener en cuenta: los países de origen, sus necesidades sanitarias y su desarrollo social; los sistemas de salud de los países de destino y todas aquellos profesionales afectados por el movimiento migratorio. 

Para profundizar un poco más en ese equilibro, Fundación Anesvad y porCausa proponen tres líneas de acción en su informe “La movilidad laboral como oportunidad para la salud global. Una perspectiva africana”: 

  • El punto de partida debe ser la existencia de un modelo reforzado y operativo de Salud Global. Es fundamental que la movilidad de los profesionales no conlleve la desatención de aquellas personas más vulnerables o de enfermedades olvidadas.
  • El modelo de movilidad debe potenciar el beneficio de todas las personas. Hay que conseguir que los beneficios potenciales superen con creces a los riesgos iniciales y, por tanto, se produzca un notable impacto de todo el proceso en los derechos y el desarrollo de las sociedades de origen. 
  • La cooperación internacional puede jugar un papel clave en tareas como proporcionar un marco institucional y legal sólido; facilitar alianzas; formar en origen o analizar el impacto del movimiento migratorio. 

Tres líneas de acción para caminar hacia un modelo de migración compatible con el interés común. Un modelo donde aquellas personas más vulnerables no pierdan sino que ganen y donde los sistemas de salud en África puedan tener todo lo necesario para desarrollar su actividad.

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Ana Löwenberg
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