Múltiples razones llevan a la población del África Subsahariana a dejar atrás sus tierras en busca de una vida mejor. Para las mujeres hay aún más motivos: huyen de las restricciones sociales, el sexismo y la violencia de género.
Ya sea por factores socioeconómicos, políticos, culturales o medioambientales, la migración forzosa es un acontecimiento traumático para millones de personas en todo el mundo, y en África Subsahariana en particular. Según cifras de 2022, la República del Congo ha sido el país más afectado de esta región de acuerdo con datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Naciones Unidas, seguido por Chad, Liberia, Nigeria y Níger.
Principales causas de la migración en mujeres
Los motivos que llevan a la búsqueda de otro lugar donde vivir son múltiples. Por un lado, las oportunidades laborales —la falta de estas, mejor dicho— y la necesidad de lograr medios económicos con los que subsistir y/o ayudar a sus familias. Por otro, factores educativos, de formación y capacitación para poder desempeñar un trabajo digno. Las circunstancias políticas —persecución, inestabilidad, conflictos armados— también forman parte de la ecuación. Y, cada vez más, las medioambientales, tales como sequías, inundaciones, pérdida de tierras y otros factores derivados del cambio climático.
Pero, aparte de todo ello, hay causas que afectan especialmente a las mujeres como son las presiones por restricciones sociales, las normas sociales que limitan sus oportunidades y la falta de libertad en sus comunidades de origen. Y sobre todo ello, la violencia de género, incluyendo el abuso doméstico y la violencia sexual.
Desafíos a los que se enfrentan las mujeres migrantes
El cambio de territorio expone tanto a hombres y mujeres a cuestiones como la desintegración familiar y la pérdida de capital humano. Pero no los expone por igual, pues las mujeres migrantes suelen enfrentar situaciones como las recién expresadas, aparte de sufrir más recurrentemente que ellos situaciones de tráfico humano y explotación laboral. Por todo esto son más vulnerables y proclives a sufrir problemas sociales y emocionales como consecuencia de la migración.
Impacto social y económico de este tipo de migración
Al llegar a un nuevo territorio en el que presumiblemente la población es de otra etnia y, por extensión, reconoce diferencias culturales, es corriente que las migrantes tengan que enfrentar discriminación y xenofobia, así como barreras lingüísticas y culturales que hagan más difícil su integración social y económica.
En un escenario favorable pueden producirse desarrollo de nuevas habilidades aprendidas en el nuevo territorio. También pueden crearse nuevas redes o descubrir nuevas convenciones culturales más convenientes que en el país que se deja atrás. En ese escenario ideal las migrantes pueden mejorar experimentar nuevas realidades que reviertan en mejoras en su educación y salud.
Pero nada de ello consuela el dolor de tener que abandonar la propia tierra; en ningún caso cuando el desplazamiento se debe a una guerra, una dictadura o una sequía, por mencionar solo algunos motivos recurrentes. Por ello es esencial seguir urgiendo a los sistemas políticos y normativos necesarios para el reconocimiento y la protección de las personas cuya vida se ve marcada por estas amenazas.