Las instituciones sanitarias y los centros de investigación en todo el mundo han conseguido varias vacunas eficaces contra el coronavirus en tiempo récord. Aun así, la inmunización está siendo desigual en países ricos y países enriquecidos debido a las patentes y la adquisición de dosis.
¿Qué sabemos sobre la vacuna Covid-19?
Al igual que todas las demás vacunas que se comercializan en el mundo, la vacuna COVID-19 nos inmuniza contra el virus tras recibir dos dosis. Según cálculos de la OMS, al pasar el umbral del 60% de la población vacunada se conseguirá la inmunidad de grupo y podremos revertir los estragos que el coronavirus está provocando en nuestros sistemas sanitarios.
Pero, ¿cómo es posible que hayamos dado con varias vacunas válidas para combatir el virus en tan poco tiempo? En el pasado, las vacunas se desarrollaban mediante una serie de pasos que podían llevar muchos años. Ahora, dada la urgente necesidad de vacunas contra el COVID-19, las inversiones financieras y las colaboraciones científicas sin precedentes han acelerado este proceso, ya que la investigación y desarrollo se han producido en paralelo, sin dejar de mantener estrictas normas clínicas y de seguridad.
¿Llegarán las vacunas a todo el mundo por igual?
La esperanza de tener diferentes vacunas para todos se diluye con la falta de accesibilidad de los países empobrecidos a dosis suficientes. Esto se debe a que todas las variantes de la vacuna están patentadas por las farmacéuticas que las producen, lo que incrementa su coste. Es decir, las patentes otorgan a una sola compañía el poder y monopolio sobre este producto esencial, y muchos países no tienen dinero suficiente para adquirir las dosis necesarias para toda su población.
Ante esta desigualdad, la India y Sudáfrica han solicitado a la Organización Mundial del Comercio (OMC), entidad reguladora de las patentes a nivel mundial, que suspenda los derechos de propiedad intelectual sobre cualquier tecnología, medicamento o vacuna contra la COVID-19. Al menos, hasta que se consiga la inmunidad de grupo global. Por desgracia, muchos gobiernos de países enriquecidos no están por la labor de renunciar a estas patentes y han firmado acuerdos de compra anticipada de dosis por valor de 20.000 millones de euros, incluidos unos 17.000 millones de euros en 2021 para la vacuna de Pfizer, cuyas ventas se espera que generen un margen de beneficios del 60%-80%.
Anesvad y la liberación de patentes de vacunas
Ante esta situación, desde Anesvad nos hemos unido a otras ONGDs, organizaciones sociales y miles de personas para reivindicar un acceso libre de patentes a las vacunas de la COVID-19; porque consideramos que debe existir:
- Una sanidad para todas las personas. Las compañías privadas no deberían tener el poder de decidir quién tiene acceso a tratamientos o vacunas, ni a qué precio.
- Transparencia. La información sobre los costes de producción, las contribuciones públicas y la efectividad y seguridad de las vacunas y medicamentos debería ser pública.
- Fondos públicos y un control público. Los y las contribuyentes pagan con sus impuestos enormes sumas para la investigación y desarrollo de vacunas y tratamientos. Lo que la gente paga, deber ser para la gente. No podemos permitir que las compañías farmacéuticas privaticen tecnologías médicas cruciales que han sido desarrolladas con recursos públicos.
- Un carácter altruista y sin ánimo de lucro. Las grandes compañías farmacéuticas no deberían lucrarse con esta pandemia, a expensas de la salud de la gente. Una amenaza colectiva requiere solidaridad, no lucro privado.
En definitiva, reivindicamos que la accesibilidad a la vacuna no entienda de ricos y pobres, porque, en esta pandemia, nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo.