Riesgo de exclusión social: ¿qué es y a quién afecta?

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La crisis de 2008, los efectos derivados de la pandemia de la Covid-19, la actual guerra de Ucrania y sus efectos sobre la economía mundial, sin olvidar los conflictos, crisis alimentarias y otros problemas que afectan a numerosos países en África, Asia o América del Sur son cóctel con graves consecuencias que sufren especialmente aquellas personas en riesgo de exclusión social. 

Una persona que se encuentra en riesgo de exclusión social es alguien cuya participación en la sociedad no está garantizada en condiciones de igualdad.

Pueden ser varias las razones que deriven en este problema. En este artículo, queremos acercar algunas de ellas así como explicar que esto representa una vulneración de los derechos fundamentales e impide un desarrollo humano óptimo. 

Analizando solamente las cifras de España, el  Informe anual sobre el estado de la pobreza y la exclusión social indica que en el año 2020 más de 12 millones de personas, una cuarta parte de la población, se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión. Entrando más en detalle en las cifras, según el Instituto Nacional de Estadística el riesgo es mayor para las mujeres y para las personas más jóvenes.  

¿Cuáles son los factores del riesgo de exclusión social?

La Estrategia Europa 2020 concibe que las personas en riesgo de exclusión social son aquellas que se encuentran en al menos una de estas tres situaciones: 

  • Personas que viven con bajos ingresos. 
  • Personas con una privación material severa. 
  • Personas cuya vida se desarrolla en hogares con una intensidad de empleo muy baja. 

Además de estas tres situaciones, para entender un poco más el riesgo de exclusión social también es importante prestar atención a estos cuatro factores de riesgo: 

  • Limitación social. 

En una época donde la salud mental es más relevante que nunca, este tipo de limitación hace referencia a la ruptura de los lazos sociales, con el consecuente daño psicológico. 

  • Limitación política. 

Consiste en la ausencia de presencia en las decisiones políticas o en aquellas que tienen que ver con la vida comunitaria. Conlleva una pérdida de contacto con la sociedad. 

  • Limitación económica. 

La económica es la limitación más reconocida y se puede manifestar en situaciones como la inestabilidad laboral, tener bajos ingresos o dificultades para acceder a recursos y alimentos.  

  • Limitación personal. 

Implica una serie de limitaciones en el acceso a servicios sanitarios y de salud. 

Estas cuatro limitaciones no actúan como compartimentos estancos sino que hay una interrelación directa. En muchos casos, la acumulación de los diferentes problemas y limitaciones incrementa el riesgo de exclusión social. Por todo ello, es importante saber de qué manera se puede medir el desarrollo social y conocer indicadores como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el coeficiente Gini o los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030. 

Ejemplos de exclusión social

Son muchas las caras que puede mostrar la exclusión social. Desde una persona que ha perdido el trabajo y no cuenta con una red social de apoyo, a alguien que sufre una enfermedad grave o algún tipo de discapacidad u otra persona que sí tiene un puesto laboral pero sus ingresos no le permiten el acceso a una vivienda digna. En esa línea algunos ejemplos de indicadores de riesgo de exclusión social son: 

  • Incapacidad para afrontar gastos imprevistos. 
  • Dificultades en el acceso a la educación. 
  • No se puede permitir una comida de carne, pollo o pescado cada dos días. 
  • Retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal o la vida cotidiana. 
  • No poder tener un coche, teléfono, lavadora u otros aparatos que mejorarían sus condiciones vitales. 
  • Pertenencia a un grupo minoritario en la sociedad y/o presencia de algún tipo de discapacidad. 

La exclusión social es un proceso dinámico y entre sus características es importante destacar que se trata de algo estructural (las causas no están en el plano individual); no es una situación fija sino un proceso dinámico y cambiante; es relacional y multidimensional. 

¿Qué podemos hacer?

Es evidente que ante la gravedad de las consecuencias del riesgo de exclusión social la acción es fundamental. Una medida útil es la implantación del certificado de exclusión social que certifica que una persona está en situación de pobreza y necesita ayuda estatal. Alguien que cuente con este documento podrá, por ejemplo, encontrar un empleo de forma más rápida. 

También existe toda una amplia variedad de buenas prácticas de inclusión social para atender a las personas en riesgo de exclusión social en base a sus necesidades. En esa línea, estas buenas prácticas suelen buscar que la intervención social genere un impacto positivo en los destinatarios así como fomentar e incrementar la participación de la población y dotarla de más protagonismo en las decisiones políticas. Hay que apuntar que las medidas no solo deben ir dirigidas a los grupos más vulnerables sino que el objetivo tiene que ser el conjunto de la sociedad. Es vital que todas las personas tomen conciencia y participen en la mejora de los vínculos y redes sociales en las comunidades.  

En esa línea, también las empresas se están implicando cada vez más en la implantación de medidas para combatir la exclusión social. Y, por supuesto, esa acción es uno de nuestros motores en Fundación Anesvad y la plasmamos mediante ejemplos como el proyecto para ayudar a personas con discapacidad en Togo o a aquellas que aúnan la discapacidad y las enfermedades olvidadas en Benín. Dos de nuestras muchas acciones sociales. 

En Togo, las personas que tienen discapacidad física o intelectual ni siquiera son incluidas en el censo de población. Esto provoca la exclusión social y desde Fundación Anesvad trabajamos junto a la ONG alemana DAHW y la Federación Togolesa de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FETAPH) para corregir esta situación. 

En el caso de Benín, la exclusión está asociada a la discapacidad y las secuelas provocadas por algunas enfermedades olvidadas. En este caso nuestro objetivo es promover y defender los derechos sociales y económicos de estas personas así como conseguir su reinserción laboral. 

Estos son algunos ejemplos de ayuda y de construcción de redes de apoyo para afrontar el riesgo de exclusión social y pobreza. Un reto a superar para conseguir que todos los hombres, mujeres, niños y niñas tengan la posibilidad de desarrollar su vida en las mejores condiciones posibles.

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Ainhoa del Amo
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