La salud mental es crucial para superar el estigma que provocan las ETD

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En la actualidad, millones de personas viven con las consecuencias discapacitantes de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) y los trastornos mentales son frecuentes entre las personas que viven con estas enfermedades. Romper el silencio y promover la salud mental reduce la carga de las ETD y el sufrimiento de quienes las padecen.

Según el Informe del Índice de Desarrollo Humano 2021-2022 del PNUD, 1 de cada 8 personas de todo el mundo sufre a causa de su salud mental. Esta situación obstaculiza el desarrollo humano, ya que el sufrimiento mental imposibilita la capacidad de las personas de transformar los recursos en logros, desarrollar su pleno potencial y llevar una vida cuyo valor se basa en argumentos fundados.

En los países de renta media y baja, enfermedades como la depresión son una consecuencia directa de sufrir una enfermedad infecciosa. Si bien se han dado avances en tratar las consecuencias en la salud mental de personas afectadas por el VIH o la tuberculosis, el acompañamiento psicológico para personas que sufren alguna de las 20 ETD es, a menudo, inexistente.

Abordar las enfermedades olvidadas más allá del enfoque biomédico

En la última década se ha producido un aumento extraordinario de la atención a las ETD. El compromiso global de la OMS y cientos de organizaciones que trabajamos para controlar y eliminarlas está dando sus frutos. Aun así, tenemos una asignatura pendiente con las consecuencias que estas enfermedades tienen en la vida de las personas que las sufren.

Los programas contra las ETD suelen estar orientados hacia un modelo biomédico de la enfermedad. Normalmente se identifican y tratan los síntomas clínicos, pero no se centran en las repercusiones más amplias de la enfermedad en la vida de las personas. Existen carencias en cómo abordar las discapacidades generadas por estas enfermedades. Y el estigma, la discriminación y la repercusión psicológica que estas discapacidades generan en las personas que las sufren.

Los programas contra las ETD deberían proporcionar servicios de salud mental para mejorar el bienestar de las personas que viven con ETD, tal y como se defiende la propia OMS en su informe «Salud mental de las personas con ETD«. Según este informe, se calcula que con menos de 1,5€ por persona, se podría dar una atención en salud mental en los países de ingresos bajos y medios afectados por las ETD.

Salud mental, discapacidad y estigma: un reto por superar en las ETD

En la próxima década, los programas sobre las ETD deberían ampliar su enfoque para incluir la discapacidad, la salud mental y el estigma, de modo que las personas que viven con ETD y las personas discapacitadas con riesgo de padecerlas puedan obtener más beneficios.

El camino que lleva de un problema de salud a la exclusión no igual para todas las personas. Está atravesado por factores personales, como la riqueza, el apoyo social y la educación, y por factores estructurales, como la existencia de una legislación que proteja los derechos o la disponibilidad de mecanismos de ayuda.

Si consideramos la discapacidad de este modo, está claro que la mayoría de las 20 principales ETD pueden causar deficiencias y, por consiguiente, discapacidad.

El tracoma y la oncocercosis pueden causar ceguera; la leishmaniasis cutánea, la lepra, el chikungunya, el pian, la filariasis linfática, la úlcera de Buruli, la enfermedad de Chagas y la tripanosomiasis africana pueden provocar deficiencias físicas; y los helmintos transmitidos por el suelo y la esquistosomiasis están relacionados con el retraso del desarrollo físico y mental y con las discapacidades del desarrollo.

Varias ETD, como la leishmaniasis, la lepra y la filariasis linfática, causan cambios faciales y corporales, o desfiguraciones, que provocan dolor y angustia. La exclusión debida a las deficiencias físicas y sensoriales puede empeorar la salud mental. Quizás lo más importante es que el estigma causa tanto la exclusión como la mala salud mental.

Por todo ello, las discapacidades asociadas a las ETD pueden conducir a la exclusión de la educación y el aprendizaje, a la reducción del empleo y la productividad económica y al escaso bienestar de las personas enfermas.

¿Cómo cuidamos la salud mental de las personas con ETD?

El apoyo en la salud mental a personas que sufren discapacidad asociada a las ETD debe estar integrado en su tratamiento. La OMS está desarrollando guías prácticas para incluir esta dimensión, pero la salud mental se ha de tratar más allá de los centros sanitarios. La educación y la participación social o el establecimiento de grupos de autoayuda pueden fomentar el empoderamiento y romper el estigma.

De hecho, ya hay una serie de estrategias probadas para reducir el estigma, que se centran sobre todo en desmitificar las ETD a través de eventos de sensibilización, educación y campañas en los medios de comunicación

En Ghana por ejemplo, se realizó un estudio cualitativo sobre 18 grupos de autoayuda en salud mental de personas con ETD. Con la colaboración de cinco organizaciones no gubernamentales locales, enfermeras de salud mental de la comunidad y administradores de los Servicios de Salud de Ghana, los grupos fomentaron una mejor aceptación de las personas con problemas de salud mental por parte de sus familias y comunidades. También proporcionaron apoyo social, económico y práctico a las personas con problemas de salud mental y a sus cuidadoras. Se concluyó además que los grupos de autoayuda podrían ser componentes clave de los programas comunitarios de salud mental en entornos de bajos recursos.

La participación en grupos de autoayuda reduce el uso de los centros de hospitalización, mejora el funcionamiento social de las personas con problemas de salud mental y disminuye la carga de los cuidadores.

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Mikel Edeso
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