Una de cada siete personas en el mundo sufre una o más de una Enfermedad Tropical Desatendida (ETD). Un conjunto de 17 enfermedades, prácticamente desaparecidas en países desarrollados, que solo persisten en poblaciones empobrecidas y marginadas.
No responden al nombre de ébola o zika. Tampoco matan masivamente, ni se propagan con facilidad a los países desarrollados. No se priorizan en las políticas públicas de salud ni interesan a la industria farmacéutica. Sin embargo, condicionan y mucho, la vida de miles de personas que a menudo quedan soslayadas y sin voz.
Con motivo del Día Mundial de la Salud que se celebra hoy, Anesvad pone el foco en las personas que sufren ETDs. Úlcera de Buruli, Pián, Lepra, Onchocercosis, Chagas, Filariasis linfática, Esquistosomiasis o Tracoma son algunas de ellas.
Acción común contra el olvido
Las ETD son principalmente enfermedades infecciosas que proliferan en el ambiente caluroso y húmedo de los climas tropicales y subtropicales. La mayoría son enfermedades parasitarias transmitidas por vectores, agua contaminada o suelo infestado por huevos de gusanos. 149 países son endémicos de alguna de ellas, al menos 100 de dos o más y en 30 impactan seis o más. Pero es el continente africano el que concentra el 90% de la carga de morbilidad asociada a ellas.
Si bien no son especialmente letales, anualmente infectan a más de 500.000 niños/as y matan a medio millón de personas. Al menos el 70% de los años de vida ajustados por discapacidades debido a las ETD se dan, además, entre menores de 15 años.
¿Por qué las ETD se consideran «desatendidas»?
Se las considera “desatendidas” porque han desaparecido progresivamente de numerosas regiones del mundo. Solo persisten en poblaciones empobrecidas, vulnerables y olvidadas del planeta, con los sistemas de salud y la Cobertura Sanitaria Universal más frágiles. Sin influencia política y poca atención. Esto hace que además de ser olvidadas, sean silenciosas, ya que quienes las sufren no disponen de mecanismos para alzar su voz.
Debido a ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en la necesaria acción común para reducir el impacto global de las ETD. Así, en su 66º Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en 2013, aprobó la resolución WHA66.12 para generar un nuevo impulso en la lucha contra las ETD. Se busca con ello prevenir, controlar, eliminar e incluso erradicar algunas de estas enfermedades.
No en vano, las ETD reducen de manera permanente el potencial humano, manteniendo a más de 1.000 millones de personas sumidas en la pobreza. Suponen por tanto una enorme carga económica para los países endémicos. Algunas de estas enfermedades disminuyen sobremanera la productividad económica de adultos jóvenes. Otros entorpecen el crecimiento y desarrollo cognitivo de los/las niños/as. Todas ellas causan gran sufrimiento humano, con problemas frecuentes de estigmatización y discriminación. La mayoría de ellas causan ceguera, debilidad, deformidades o amputaciones. Un sufrimiento que a menudo es invisible.
Algunas ETD se pueden prevenir y otras se curan.
El objetivo planteado, aun siendo ambicioso, es posible. Existen entre las 17 enfermedades buenas candidatas para ser controladas de manera efectiva. Además, en algunos casos, para ser eliminadas e incluso erradicadas. Para ello, se estima necesaria una inversión de 18 mil millones de dólares para el periodo 2015-2020. El control de vectores se antoja, no obstante, como una prioridad a medida que las enfermedades que se propagan por arbovirus se extienden a nivel mundial.
Para 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados en 2015, se proponen también “poner fin a las epidemias del SIDA, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles”. Un impulso más.