Haciendo un repaso a las búsquedas en google sobre nuestro sector, la cooperación internacional, vemos que una búsqueda que se repite es “¿Qué hay que estudiar para trabajar en una ONG?” y otras similares. Igual que cualquier otro sector profesional, tenemos una terminología propia que a menudo puede resultar pesada, confusa… Y a veces un completo enigma.
En numerosas ocasiones, cuando intentamos entender qué pretende lograr determinado proyecto o iniciativa de cooperación internacional, nos podemos quedar cuan estatuas de sal. Te propongo un ejercicio. Primero lee esta frase:
Impulsar el cambio de actitudes a favor de una transformación ecosocial en las comunidades participantes, partiendo de una estrategia WASH, para la aplicación de un enfoque integral e integrado que atienda a los condicionantes sociales que generan estigma e impiden la mitigación de ETDs en contextos de alta vulnerabilidad, desde un enfoque de derechos humanos, equidad de género e interculturalidad.
…Y ahora dime, en qué renglón has perdido el hilo.
¡Bienvenida al ongalés!
No te preocupes, esto no es un examen, es una constatación de algo evidente: si bien otro mundo es posible y las organizaciones como Fundación Anesvad trabajamos incansablemente para lograrlo sin que nadie se quede atrás. Lo cierto es que para conseguirlo debemos armarnos de mucha teoría, estrategia, metodología y técnica aplicada… Y, como no, una lengua que lo envuelve todo.
Ya sea como voluntaria o, sobre todo, si te quieres dedicar profesionalmente al sector de la cooperación internacional, hay una serie de enfoques, teorías, métodos que cuentan con su propia terminología. Es lo que con cariño denominamos Ongalés.
No busques esa palabra en el diccionario, porque no la encontrarás. Ongalés viene del acrónimo ONG por el que se suele identificar a una miríada de organizaciones que trabajamos sin ánimo de lucro en el sector social. Para más inri, el Ongalés no es ni mucho menos un único lenguaje, sino toda una familia de lenguas. Aunque nos entendemos entre nosotras, lo cierto es que en cada subsector tenemos nuestros propios “palabros”. En cooperación internacional, por ejemplo, hablamos cooperanto. Y, si bien es cierto que para dedicarte a este sector vas a tener que aprenderlo, toda esta letanía que te acabamos de contar era para dejarte claro que nunca te olvides de que:
- Lo que deseas es contribuir a que el mundo sea un lugar mejor para todas las personas, independientemente de su procedencia, cultura, religión, color de piel o ideología.
- Vas a tener que armarte bien anímicamente, porque tendrás que saber gestionar la frustración. Verás que por cada 10 pasos que avanzamos, otros factores hacen que se retrocedan 9, y vas a tener que vivir con ello. Como decía Eduardo Galeano: “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
- Por suerte, ese –a veces- único paso que logramos afianzar a favor de un mundo más justo para todas las personas, supone una gran fuente de satisfacción y nos impulsa a seguir trabajando. De nuevo, Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”
- Debes mantener una actitud de aprendizaje contínuo, ya que no llega con aprender cooperanto una vez. Es un lenguaje en constante evolución, a medida que aprendemos de la práctica, sistematizamos ese aprendizaje y se va expandiendo a otras organizaciones.
Lo más importante: nunca te olvides de que trabajas con y para las personas y el planeta…Y recuerda que no todo va a ser ongalés en la vida. Si bien es importante para poner en marcha proyectos que mejoren la vida de la gente que más lo necesita, ten siempre presente que lo haces con el corazón… Y éste, también debe hablar a través de tu boca. Vaya, que cuando estés de charlita con tu familia y amistades, intenta mantener la frescura y la honestidad en tu forma de hablar… Y tómate el reto de expresar de forma amable a qué te dedicas con un poco de humor:
