Níger enfrentaba muy serios desafíos antes del golpe de Estado del 26 de julio: pobreza, hambre, violencia y graves consecuencias para la población por la crisis climática. Ahora, la situación derivada del levantamiento militar amenaza a la misma población exhausta.
Níger es un país sumido en una «crisis crónica». Junto con sus vecinos Chad y Sudán, Níger es el farolillo rojo del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, con alrededor del 42% de la población en extrema pobreza. Todo esto, pese a ser uno de los principales exportadores de uranio, y también tener importantes reservas de petroleo, carbon, oro y otros materiales. Vamos, que Níger podría ser un ejemplo paradigmático de lo que se conoce como la maldición de los países ricos en recursos naturales. En línea con otros países sahelianos, enfrenta inestabilidad por conflictos armados recurrentes, terrorismo integrista y prácticas abusivas de transnacionales que no siguen un protocolo de debida diligencia.
En fin, que ya antes del golpe, no era fácil subsistir en Níger para una gran parte de su población: millones dependían de ayuda internacional, padecían inseguridad alimentaria aguda y carecían de acceso a atención sanitaria de calidad. Para que te hagas una idea: el 40% de su población ya dependía antes del golpe de estado de la ayuda internacional para su subsistencia.
Los anuncios de suspender financiamientos al país, así como la paralización de la ayuda humanitaria de varios países, complica aún más la ayuda a los más vulnerables.
Aunque Naciones Unidas promete continuidad en la asistencia, Francia y Alemania suspendieron la ayuda al desarrollo y Estados Unidos pausó programas de asistencia. El Banco Mundial también suspendió desembolsos y expresó alarma por el cambio de gobierno. Si a esto le sumamos que la tensión en la región se sitúa al borde del conflicto, tenemos en gran medida todos los ingredientes para la siguiente gran crisis humanitaria.
Poder encender la luz, o mantener operativo un hospital dependiente en gran medida de Nigeria, ya que provee casi tres cuartas partes del suministro eléctrico al país… Que ha cerrado suministros. Mientras tanto, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) ha exigido la restauración del presidente elegido en 2021 y han aislado por tierra y aire al país.
El cierre de fronteras y espacio aéreo decretado por los países vecinos, está provocando la escasez de alimentos, vacunas y atención médica… Especialmente de las capas sociales más vulnerables.
Es muy fácil olvidarse de las personas en situación de vulnerabilidad cuando existe un motivo justificado como es la ruptura del orden constitucional… Pero los valores democráticos que se promueven desde occidente y las instituciones internacionales no pueden ir en detrimento del acceso a los medios para garantizar los mínimos para una vida digna de la población nigerina.
En medio de una situación tan difícil como la que padece Níger -y el Sahel por extensión- la ayuda humanitaria debe abrirse paso. Por ello, desde Fundación Anesvad queremos hacer un llamamiento para que no nos olvidemos de que, por encima de conflictos geopolíticos e intereses poscoloniales, deberían estar las personas. Todas ellas, también en Níger, con su derecho a la salud garantizado.