La salud en África enfrenta la tradición y la ciencia. Uno de los problemas que encontramos en terreno es que la población suele atribuir las enfermedades a designios divinos. Depositan su confianza en métodos curativos tradicionales que no hacen sino agravar su estado.
La salud en África y la conceptualización del mundo tradicional
Resistiendo a los efectos que la globalización lleva años imponiendo, en buena parte de los países de África subsahariana pervive una conceptualización del mundo muy tradicional. Arraigada en costumbres, ideas y creencias que se remontan muchos siglos en el pasado. Un legado cultural y una identidad propia, una manera de comprender y hacer las cosas, que se pueden apreciar en múltiples niveles de la sociedad y la vida diaria: la jerarquización de la autoridad, la aplicación de ritos iniciáticos, las creencias religiosas o la fe ciega en métodos curativos naturales y espirituales.
La ciencia vs. La tradición
En este escenario se suele dar un fuerte choque entre lo que marca la tradición y las ventajas que aporta el desarrollo de la ciencia. La desafección hacia los avances médicos supone una traba en la aplicación de medidas de salud que ayuden a la gente que enferma. Además, esta concepción se da en mayor medida en las regiones más remotas y aisladas, que son precisamente las que más sufren el impacto de las Enfermedades Tropicales Desatendidas.
En nuestros viajes nos hemos encontrado con frecuencia casos de personas afectadas por úlcera de Buruli o lepra, con graves secuelas físicas por no haber atajado a tiempo la enfermedad pensando que se trataba de una maldición y habiéndose puesto en manos de un santero. O pensando que bastaría con la aplicación de ungüentos y brebajes recetados por el herborista del pueblo.
Por ejemplo, el año pasado en Nsuablasu (Ghana) pudimos entrevistar a David Awulu, jefe de aquella comunidad. Nos contó que es herbólogo y suele tratar a sus vecinos y vecinas con hierbas e infusiones. Pero que gracias a las visitas de un voluntario comunitario, se empezaron a detectar en su zona casos de algo llamado “úlcera de Buruli’. Una enfermedad que él no sabía qué era, y a la que hasta el momento apenas había dado importancia. O Amenda Elizabeth, también ghanesa, una mujer de 37 años que desde 2002 lleva sufriendo esa misma enfermedad que no fue diagnosticada hasta 2018. Estaba tan desesperada que incluso recurrió a médicos tradicionales para que le tratasen con hierbas.
La falta de conocimiento influye en la salud en África
Fred Okopu, quien durante un tiempo fuera punto focal de Anesvad en Ghana, nos comenta que uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos en terreno “es la falta de conocimiento. No saben lo que es la úlcera de Buruli, la lepra o el pian. Creen que son problemas que vienen de espiritistas, o maldiciones”. Según Fred, la gente “ha heredado la creencia en que si una enfermedad te acompaña mucho tiempo, es consecuencia de un hechizo y que necesitan encontrar ayuda espiritista, no médica. Lleva mucho tiempo conseguir que esas personas adquieran el conocimiento sobre la enfermedad y hacerles entender que es porque no se lavan bien la piel, o porque se han bañado en agua sucia o es el resultado de la higiene personal”.
Por eso en Anesvad invertimos en acciones de sensibilización en estos países. La información es poder. Y en este caso, el mayor de los poderes: el de ayudar a curar y mejorar la salud de comunidades enteras.