La agricultura en África, clave para el desarrollo

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Tiene el potencial de transformar economías, mejorar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza: forma parte inseparable de la cultura, la sociedad y la vida del continente.

La agricultura en África es un sector clave para el desarrollo económico y social del continente. Más del 60% de su población dependen de esta, tanto para su consumo alimenticio como para su manutención. Costa de Marfil o Ghana son indisociables de sus producciones de cacao, Uganda del café, Kenia del té. Para muchos países subsaharianos (Etiopía o Malí, por ejemplo) los frutos de la tierra —cereales, tubérculos, frutas…— representan más del 30% del PIB.

Ganadería, agricultura y pesca en el continente africano

En torno a la agricultura existen otros sectores cruciales para el día a día. La ganadería, por ejemplo, es estratégica tanto para la alimentación como para los ingresos de múltiples comunidades. Según la región, África produce bovino, ovino, caprino, porcino y avícola.

Sujeta, obviamente, a los recursos hídricos, otra práctica fundamental es la pesca. Fuente de proteína animal irrenunciable para muchas comunidades costeras e interiores, requiere —como la ganadería y la agricultura— de infraestructuras adecuadas, gestión sostenible e innovaciones tecnológicas suficientes, y están sujetas a las contingencias del cambio climático. De ahí su fragilidad.

Agricultura sostenible

Volviendo al primer punto, la agricultura sostenible en África es fundamental para asegurar la seguridad alimentaria, combatir la pobreza rural y preservar los recursos naturales del continente. Es el punto central donde se encuentran la producción agrícola la conservación del medio ambiente, el uso eficiente de los recursos y el bienestar social.

Sector estratégico en todo territorio agrícola, integra términos fundamentales en nuestro momento como la agroecología (integración de principios ecológicos en el diseño y gestión de los sistemas agrícolas, promoviendo la biodiversidad, la resiliencia y la sostenibilidad) y observa de cerca técnicas de conservación del suelo, el uso de coberturas vegetales y la rotación de cultivos. En paralelo, su práctica tiene que ver con el uso eficiente del agua y el de métodos biológicos para el control de plagas, reduciendo la dependencia de pesticidas químicos.

Entre las entidades locales que promueven esta modalidad agrícola están la senegalesa ENDA Pronat (Environnement et Développement du Tiers Monde), comprometida con la agroecología y el desarrollo rural sostenible; Conservation Farming Unit (CFU), que está volcada a la promoción de la agricultura de conservación; o Kenya Rainwater Association (KRA), que trabaja para promover la recolección y el uso eficiente del agua de lluvia en la agricultura.

La importancia de la agricultura para erradicar el hambre

La agricultura es fundamental para erradicar el hambre en África y mejorar el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Este sector no solo proporciona alimentos esenciales sino también ingresos y empleo, lo que contribuye significativamente a la salud, la educación, el bienestar general de la población y, ante todo, a la erradicación del hambre y su relación con el IDH. La agricultura se relaciona clara y positivamente con los tres factores que determinan este índice:

  • Esperanza de Vida: Mejorar la producción y calidad de los alimentos tiene un impacto directo en este campo, pues reduce la incidencia de enfermedades relacionadas con la malnutrición. Al vincularse la agricultura con iniciativas de saneamiento y acceso a agua potable, se reduce la prevalencia de enfermedades transmitidas por el agua.
  • Educación: Aumentar los ingresos de las familias agrícolas permite mayores inversiones en la educación de los hijos, aumentando la tasa de escolaridad y la calidad educativa. Mejora las oportunidades de desarrollo personal y profesional de los jóvenes.
  • Nivel de Vida: Mejorar la productividad agrícola y desarrollar cadenas de valor puede aumentar significativamente el ingreso per cápita en las áreas rurales, contribuyendo a un mejor nivel de vida. Así las comunidades pueden invertir en infraestructura y servicios básicos como electricidad, agua potable y atención sanitaria, elevando el estándar de vida.

En definitiva, una agricultura sana vela por la seguridad alimentaria, asegura la variedad nutricional y resulta la fuente principal de ingresos para millones de familias rurales.

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