La crisis energética global causada por la guerra de Ucrania también repercute en el precio de diferentes fuentes de energía en África. Está subida puede suponer aun así una oportunidad económica para países productores como Angola o Nigeria.
*Este contenido lo ofrecemos en colaboración con África Mundi.
Estamos ante una crisis energética de escala global derivada de la guerra de Ucrania. En Europa, el tablero geopolítico se tambalea entre sanciones a Rusia y búsquedas de fuentes de gas y petróleo alternativas.
Los 27 países miembros de la UE importan un tercio del gas de Rusia, Alemania más del 50%, y ante las sanciones y la guerra ha hecho virar a los gobiernos europeos para
reducir su dependencia energética y aislar económicamente a Rusia.
África en cambio no depende tanto del petróleo ruso. Tan solo el 2,9% de las importaciones en 2019 vinieron de Rusia, y tan solo dos países, Senegal con un 19,7% y Burkina Faso con un 17,2% tienen una gran dependencia de allí. Por si fuera poco, algunos países como Libia, Angola o Nigeria son grandes productores de petróleo, por lo que el incremento de precios en el mercado supone una gran fuente de ingresos para sus arcas.
Aun así, el precio de la gasolina se ha disparado, especialmente en países productores como Angola o Nigeria. ¿Por qué?
El petróleo abunda, pero la gasolina escasea
El gran motivo es que a pesar de producir un 10% del petróleo mundial, África exporta el petróleo crudo y lo importa refinado. Esto le genera dependencia del exterior para la gasolina que se sirve a los ciudadanos. En Nigeria, ninguna de las cuatro refinerías funciona. La falta de industrialización hace dependiente del exterior y causa escasez en tiempos de crisis, afectando a la ciudadanía ante el incremento del precio. El diésel ha pasado de costar en Nigeria 240 nairas/litro (0,55€) a principios de 2022 a 540 nairas (1,25€) en mayo, poniendo en jaque a los transportistas.
A ello se añade que los principales productores de petróleo subvencionan el precio de la gasolina. Por lo que el incremento del precio internacional está poniendo en riesgo las arcas nacionales. Nigeria subvenciona la gasolina desde 1977 y actualmente lo limita a un precio de 165 nairas el litro, 40 céntimos de euro. En 2019, el gobierno gastó 7 mil millones de dólares en este subsidio. Ante la presión de organismos internacionales, en 2021 el presidente, Muhamadu Buhari, anunció el fin de estos y el cambio por un cheque único de 12 dólares al mes para 40 millones de personas. En enero, aún antes de la invasión, tuvo que dar marcha atrás ante la presión social y anunciar la extensión por 18 meses del programa original. Ahora, el gobierno ha asegurado que tendrá que tirar de 2,2 mil millones de dólares en eurobonos para cubrir el aumento del precio y que el déficit aumentará 4% del PIB.
Los efectos negativos a corto plazo en el continente por la subida del precio del petróleo son evidentes. Muchos ven esta guerra como una oportunidad de negocio con Europa con el gas como principal incentivo.
A pesar de que actualmente Europa solo importa un 10% del gas de África, nuevos proyectos como el de Cabo Delgado en Tanzania aumentan la capacidad del continente y posicionan a África como un socio energético a futuro, con recursos de gas natural en 19 países del continente.
La energía en África con un futuro a corto plazo incierto
El aumento global del precio de los alimentos y la energía supone un gran reto. Esto se debe a la escasez de materias primas como el trigo y el petróleo refinado. Los gobiernos deberán aumentar más para mantener unas subvenciones estatales vitales para garantizar la seguridad alimentaria. Sin embargo, los países pequeños y menos fuertes económicamente como Benín pueden sufrir un aumento de tensión social. Esta tensión crece ante la incapacidad de su ciudadanía de pagar la subida de precios.
A pesar de ello, la guerra en Ucrania tiene una visión positiva: la posibilidad de acelerar la industrialización del continente y la soberanía energética. Si la Unión Europea busca un socio alejado de Rusia, África es una alternativa viable. Los motivos, entre otros, son la cercanía geográfica y el precio más rentable. Para aprovecharlo el continente deberá asegurar sus infraestructuras y reducir la conflictividad e inestabilidad institucional que aleja a los países socios externos de invertir.