En la comunidad rural de Gamé Sèva, al sur de Togo, vecinos como Endito demuestran la importancia de disponer de agua, saneamiento e higiene para evitar contraer enfermedades infecciosas.
Endito Penou es una persona reconocida en Gamé Sèva. Apoya a único centro ambulatorio de allí en calidad de agente comunitario de la salud. Este centro atiende a más de 13.000 personas en unas condiciones precarias, y el trabajo de detección y sensibilización de personas como Endito es crucial.
Pero en Gamé Sèva, los problemas estructurales para acceder a una atención sanitaria se suman a otros problemas sociales y económicos. Cruzando la carretera desde el centro médico-social llegamos a Gamé Sèva centro, el corazón de la comunidad. Precisamente aquí vive Endito, que ha hecho un esfuerzo por mejorar la vida de su vecindario al instalar una ducha comunitaria y una letrina para su familia. Estas instalaciones, aunque básicas, pueden ser una protección frente a un sinfín de enfermedades infecciosas como las ETD.
Agua, saneamiento e higiene básica como herramienta para evitar enfermedades
En Togo, que ocupa el puesto 15 de los países con menor renta per cápita del mundo y donde viven 8 millones de personas, solo el 20% dispone de un punto de acceso a agua potable segura (UN Water). Además, el 74% no tiene un dispositivo básico de lavado de manos que facilite su higiene diaria.
“Esta letrina es de acumulación y, cuando se llena, llamamos a un camión que aspira el depósito. La usamos mi mujer, mis tres hijos y yo”. A unos metros de la letrina, Endito y sus vecinos han construido un depósito de agua de lluvia que utilizan para beber y cocinar. “En Gamé Sèva hay 3 pozos para casi 14.000 personas, pero actualmente solo funciona uno”. El agua potable escasea, y las fuentes de donde extraerla muchas veces son precarias. Aun y todo, disponer de un pozo es un gran paso hacia adelante para evitar contraer infecciones por beber de charcos o estanques con agua insalubre.
Un ambulatorio con problemas de saneamiento
De vuelta al pequeño despacho del centro médico-social, Razak Gbadamassi es consciente de que el agua, la higiene y el saneamiento son cruciales para evitar enfermedades infecciosas de todo tipo. “Aquí hemos tenido problemas con el saneamiento, algo que dificulta la higiene del centro y las prácticas médicas que realizamos. Por suerte, disponemos de un bidón de agua y letrinas en la parte trasera”.
Aún y todo, la comunidad sigue padeciendo enfermedades infecciosas que se transmiten a través del agua, como la úlcera de Buruli. “Gracias a la desinfección de los depósitos de agua y al trabajo constante de control de las ETD que arrancó en 2013 con la colaboración de Fundación Anesvad y la DAHW, hemos reducido drásticamente la incidencia de algunas ETD.” Pero el trabajo continúa, y aún existe mucho desconocimiento sobre cómo se transmite la úlcera de Buruli, o cómo mejorar la detección de casos de lepra o pian.
La solución pasa por seguir investigando estas enfermedades olvidadas y formar a personal sanitario y comunitario que dé una respuesta rápida a las personas que las padecen. “En Gamé Sèva continuamos con el seguimiento activo de casos. Actualmente tenemos 21 agentes de salud comunitaria repartidos por todos los núcleos de población de la comunidad” confirma Razak.
El contexto adverso al que se enfrentan en Gamé Sèva es una realidad que se expande por Togo y por muchos países del África subsahariana. Dotar a estas comunidades de tecnología médica que pueda detectar con rapidez casos de ETD puede ser la diferencia entre vivir una vida sana y curarse, o perder calidad de vida, sufrir una discapacidad y exponerse al rechazo de la sociedad por tener marcas visibles en la piel.
Desde Fundación Anesvad trabajamos para que esta desigualdad se revierta. Porque nazcas donde nazcas, la salud no debería estar en juego.
